Cuando me preparaba para trabajar en
publicidad me compré este libro. Pensé que me iba a encontrar
sucias tácticas para manipular la mente del rebaño y lo que
encontré es una denuncia de la manipulación. Pues sí que estamos
buenos.
Como sabéis, me encantan las teorías
de la conspiración. A la gente inteligente nos gustan mucho porque
nos dan alimento al cerebro. Se nos propone un sudoku indescifrable
que pone a prueba nuestras capacidades.
Cuando uno llega a la parte de los
reptilianos empieza a acojonarse de verdad. De repente V ya no es esa
serie que le gustaba a mi madre y veía mientras yo me escondía
debajo de la mesa del salón y pasa a ser un mensaje en clave de la
resistencia contra los villanos Illuminati.
Así vas por la calle y no paras de ver
pruebas evidentes de la manipulación a nivel global. Se te va
haciendo una pelota en la cabeza que no tiene salida, porque te
pongas como te pongas siempre vas a estar dentro de Matrix.
Rafapal veía en la moda de los
vaqueros cortados un intento (otro más) de los Illuminati para
convertirnos en no sé qué. Esa es otra, que la gente que está en
estos rollos está como las maracas. Y tú te contagias de la
majarez.
Y cuando ya te das cuenta de que estás
haciendo el ridículo paras y dejas que Rafapal siga solo. ¡Hala,
Rafa! Ya me cuentas qué hay al final de la vía cuando vuelvas.
A cambio has vivido la aventura más
increíble que se puede vivir en esta vida sin haber salido de tu
barrio, porque todo estaba en tu cabeza nada más. Esto sí que es la
realidad virtual. Déjate de Oculus Rift. Si quieres vivir una buena
aventura VR lee Rafapal.
La respuesta a las teorías de la
conspiración está en La Caja de Pandora de Superlópez. En esa
historieta Zeus resolvía que el misterio de La Caja de Pandora,
aquel por el que todo el Olimpo se había vuelto tarumba. El misterio
era que Zeus se aburría y se inventó el rollo de La Caja de Pandora
para pasar el rato porque se aburría con eso de ser eterno.
Todas las cosas malas que pasan nos las
hemos inventado nosotros solitos. No necesitamos ninguna mano negra
para jodernos vivos, de eso ya nos encargamos nosotros solitos. Si
somos gilipollas hay que admitirlo, no culpar a los Illuminati, que
son una gente encantadora y vela por nuestra seguridad y felicidad.