miércoles, 8 de febrero de 2017

El menú de la casa La casa encendida

En una época en la que quería desempolvar mis habilidades en el cómic me apunté a un curso de cómic en La Casa Encendida.


Fue una mierda, la verdad. No me gustó nada. Pero me obligó a dibujar unas semanas y con eso me doy por satisfecho.

Hoy en día nadie me tiene que obligar a dibujar, en todo caso me tiene que obligar a que pare. Pero por aquel entonces las circunstancias eran otras.


Por aquel entonces estaba esperando el momento adecuado para empezar a dibujar, por eso entrenaba para cuando se precipitase el crucial acontecimiento, y así fue. Como me llevo muy bien con Dios me cuenta cosas que a vosotros no.

Yo tampoco os las cuento, siguiendo su Santa Voluntad. Sólo os cuento lo que Él me deja que os cuente.


Dios, ese Padre fantástico, sin igual, actúa de una forma que imito como buenamente puedo. Te doy las pistas justas y necesarias para que tú llegues a la conclusión por ti mismo porque si no ¿cómo ibas a aprender?

Uno no entiende las lecciones que ha aprendido como un lorito, entiende aquello que ha aprehendido por propia voluntad. Unas lecciones del colegio las recordáis y otras no, ¿no? Es por eso.


Pero como vuestro nivel es una mierda con lo que os cuento vais que chutáis. Si me seguís más o menos sin problemas os concedo un sobresaliente, porque sois unos alumnos fabulosos.

Pero si no sois los típicos de cinquillos y seises. Carne de departamento de marketing.