El villano entre los villanos. El ángel
caído. ¿Quién se atreve a cuestionar la autoridad de Pablo
Iglesias? Sólo un villano del cómic.
Errejón es como aquel Ned Flanders en
un episodio de Halloween de Los Simpsons que era el demonio, que
decía que el demonio siempre es quien menos te lo esperas.
Todos somos potencialmente el demonio
si nos tocan los cojones. Y supongo que al bueno de Íñigo se los
han tocado con las dos manos, haciendo equilibrio entre ambas bolas.
Esto pasa mucho en los grupos de
colegas. Eres mazo de colega de uno pero de repente se echa otros
amigos y quedas jodido. ¡Pero bueno! ¿No ves que esos amigos nuevos
que te has echado son unos pintas? Ellos no te van a tratar tan bien
como yo. Igual necesitas ampliar tus horizontes, pero ¡carajo! ¿No
podríamos ampliarlos juntos?
Pero tú ya te has ido con los nuevos,
mucho más fascinantes, manejan mucho más aquellas cosas que tú
quieres aprender que los antiguos. Así que a los antiguos que les
den por culo, que estamos hablando de tu felicidad, de tu proyección.
Con los antiguos bien, pero ya no es lo mismo. Quizás en el futuro
las cosas vuelvan a virar.
Claro, estos como se han pasado la vida
dando clases y no mamando birras con sus colegas saben mucho de
pensadores comunistas, pero de la verdad más sencilla no tienen ni
puta idea.
La verdad más sencilla es que estoy
celoso. La verdad más sencilla es que te odio. ¡Te odio! ¿Cómo
pudiste hacerme esto a mi, con todo lo que yo he hecho por ti?
Si Podemos aspira a gobernar a la
“España real” no está de más que aprenda un poco de los
sentimientos reales, aquellos que no se solucionan leyendo más y más
libros de filosofía. Se solucionan clavando puñales por la espalda,
hablando mal del enemigo cuando sales por ahí. ¡Que se entere! La
vergüenza social que tendrá que soportar le dará su merecido.
¡Ah, el amor! No es cosa fácil. Mira
el Pablo qué rápido ha hecho el siguiente movimiento normal cuando
pasan estas cosas: te vas con la que es más tontita pero te quiere
sin hacer preguntas. Me voy con Irene Montero. Que se jodan Íñigo y
Tania. ¡Ojalá yo pudiera volver a los tiempos de colegas! Estos
cabrones no saben la suerte que tienen.