Todo empezó en Makoki. A mi me la
descubrió Dani, que a su vez se la descubrió su hermano mayor. Yo,
como no tengo hermanos, estas cosas me las tienen que descubrir
amigos con hermanos mayores. Yo no me valgo.
Makoki fue para mi el preludio de El
Víbora, esto es, cómics que no eran de Mortadelo, sino de cosas
guays. De pedos, palabrotas y metidas. La educación sexual
necesaria.
Como nos educamos en Makoki nos creemos
que ancha es Castilla. Aunque un chico de hoy educado en Internet
imagino que no creerá que Castilla es ancha, sino que es enorme.
Como Dakota, o algo así. Un estado grande de esos.
El sexo es una cosa muy divertida
porque está prohibida. Si en el colegio nos obligasen a tener una
asignatura de sexo, pero no una maría, sino una asignatura seria, de
las que te juegas la Selectividad, el sexo nos daría asco.
Así que si quieres que el sexo sea
divertido manténlo en la oscuridad, o al menos bajo un manto tenue.
Es que si no el misterio se va a hacer morcillas y todo se reduce a
un intercambio de fluidos, en el mejor de los casos.
Para eso nos vamos todos a clínicas de
reproducción asistida y nos suicidamos más tarde, como suecos o
lemmings.
Hay cosas que deben pasar por debajo
del radar para que la convivencia sea armoniosa. Vamos, y porque no
me gusta que nadie meta las narices en mi intimidad. ¿Desde cuándo
la intimidad pasó de moda? La moda soy yo. ¿Todavía no lo sabéis?
Así que si no te molesta no cotillees
el Historial de mi ordenador. Aunque puedas. Es una cuestión de
etiqueta.
Porque si no igual cotilleo yo el tuyo
y no sé quién va a salir perdiendo. Yo ya tengo pinta de
pornógrafo. Pero tú vas de bueno.