Ah, los tiempos en los que a mi me
podía importar el trabajo que hicieran o dejaran de hacer los demás.
Qué inocente. Qué bello.
En aquellos tiempos a mi me podía
fascinar, fíjate tú qué cosas, que alguien hubiese usado
personajes de dibujos animados, normalmente asociados a cosas para
niños, intrascendentes, para hacer cosas más artísticas, más
trascendentes, o al menos en apariencia.
Al haber yo trascendido todo lo que se
puede trascender y un poco más me doy cuenta de que no hay nada más
trascendente sobre la faz de la Tierra que un palo. Por tanto toda la
mierda de diseño me parece para niños, mucho más que los dibujos
animados o los palos.
La mierda de diseño es para gente que
se ha olvidado de que lo más trascendente de la Tierra es un palo y
necesita que se lo expliquen, porque cuando lo olvidas no es fácil
recordarlo. Te has metido en un laberinto inextricable de trampas
cerebrales y necesitas subir hasta la cumbre antes de volver a caer,
por fin, a tierra firme.
Otras personas llaman a esto “cerrar
el círculo”. Llámalo como te salga de la polla.
La cuestión es que si te interesan las
mierdas de diseño vas gritando a los cuatro vientos que tú no has
cerrado el círculo. Grita, grita, pero grita más bajito, que me
estás dando dolor de cabeza.
Me interesan más las personas que
apenas se han alejado de la casilla de salida que las que se han
alejado bastante, porque aunque las segundas lleven más viaje
realizado las primeras están más cerca de la casilla de meta, que
es en la que estoy yo.
Por tanto cuanto más tonto seas mejor
que me vas a caer.
¿Para qué quieres leer libros si
puedes estar conmigo? Conmigo vas a aprender todo lo que hay en los
libros. Y sin esforzarte.