jueves, 9 de febrero de 2017

Patomas 1

Vosotros a lo mejor os creíais que el pato Donald era así un patoso que no daba una a derechas, ¿no? Pues cuando nos cubre el manto de la noche se transforma en Patomas.


Patomas es sumamente guay. Es sagaz y justiciero. Pasa lo de siempre, que Daisy está flipada con Patomas y le dice a Donald que ya podría parecerse un poquito a él. Y el simpático Donald sonríe con una mezcla de malicia y resignación y la da un beso.

Podría decirle “Oye, Daisy, mira, que Patomas soy yo”. ¿Pero para qué arruinar la magia? Mary Jane no puede saber que soy Spiderman porque eso podría ponerla en peligro. Así que seré yo, el héroe increíble, el que lleve ese peso sobre mi espalda.


Los héroes nocturnos llevamos una vida muy así. Nos encantaría proclamar al mundo que nosotros somos ese salvador que tanto admiran pero es mejor callar. Es más práctico y a la vez más romántico. Es mejor callar.

Si los Golfos Apandadores y el segundón Rockerduck se enterasen de que Donald es Patomas podrían chantajearle secuestrando a Juanito, Jorgito y Jaimito. Y eso no sería nada bueno para la familia de los patos.


Pero que sí, que lo admito, que apetece contarlo. Tampoco puedes contárselo a un psicólogo, porque psicólogo o no es una persona normal, no un héroe de dos caras. No entiende lo que estamos pasando. Creo que Dios nos da poderes a los vengadores nocturnos para ponernos a prueba y darnos un puesto de honor en su plan definitivo. Pero no puedo probarlo.

Entiendo que Dios nos pone este peso en las espaldas para que seamos más fuertes que él y, cuando lo seamos, ponernos a trabajar en nuestra verdadera misión. Pero no puedo probarlo, ya te digo.


¿Conocéis a algún otro vengador nocturno para que pudiésemos quedar a tomar un cafelín y compartir apuntes? ¿No? Me lo temía. No, claro, claro, es normal, lo que tenemos los vengadores nocturnos es que nadie nos conoce. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Y, mira ¿sabes qué te digo? Que mejor así. Yo trabajo solo.