A mi este ratón de los cojones como
supermono me cae fatal, pero bueno, es que yo ya compro cualquier
cosa. No discrimino.
Mi único criterio para comprar es
pensar qué le gustará a la gente en el futuro. Yo ya tengo mi
propio gusto bastante saciado. Me he pasado la vida complaciendo a mi
ombligo, que según mi madre es perfecto. Algún día os lo enseño.
Hay ombligos repugnantes, esos que
están como para fuera. ¿Pero qué cirujanos atendieron a esos
pobres niños? Serían de la Seguridad Social, naturalmente. En las
clínicas privadas donde mana miel de las paredes hacen las cosas
bien, donde me atendieron a mi.
En las clínicas privadas te atienden a
cuerpo de rey. Si tienes un mal día y, por ejemplo, quieres patearle
la cara al médico mientras te lima los callos puedes hacerlo, porque
el puto médico está a sueldo tuyo y sólo se le permite sonreír
aunque estés a punto de matarle.
Por eso es importante tener a cuanta
más gente a sueldo mejor, porque así siempre puedes hacer lo que te
sale de la polla.
Naturalmente esto a la larga creará un
vacío en tu alma que te destruirá absorbiéndote como un agujero
negro, pero, ei, hasta ese día nos lo pasaremos pipa.
La gente no ve sentido a la vida, por
eso se entrega a los caprichos. De entender que la vida tiene sentido
se dedicarían a él en cuerpo y alma, pero como no se lo ven se
dedican a patearle la cara a la gente.
Yo sí le veo sentido a la vida, por
eso todo lo que hago se dirige hacia él. ¿Que cuál es el sentido
de la vida? Aunque te lo explicara no lo entenderías. Eres demasiado
tonto, lo siento.
Así que ¡hala! A apuntarte a la
sanidad privada, como todos los pringados.