Estas son historias como twisted, como
misterios típicos de esos de la dimensión oscura, digamos. A mi en
general no me suelen gustar, pero me apuré a hojear este puto tebeo
y he de reconocer que no estaban mal.
Las historias twisted no me gustan
porque tienen una “música”, un “halo sugerido” que me parece
que va de “uuuuuuh” cuando es “buaaaaaah”. ¿Entendéis, no?
Esa es una cosa que me revienta mucho
las pelotas, que me quieran vender arena como si de oro se tratare.
¿A vosotros no?
Ya no tanto por la estafa, que, bueno,
una más una menos ya no importa. Es porque imaginarme qué tipo de
persona ha de ser uno para llegar a tal mezquindad me revuelve las
tripas. ¿Pero tú de dónde has salido? ¿Cómo te dejan andar
suelto por la calle? Es como si hubiera perros rabiosos sueltos por
ahí y nadie hiciese nada al respecto.
Yo creo que si uno tiene arena para
vender lo que ha de poner es una tienda de arena, no una joyería. La
arena es muy necesaria, por ejemplo la masa para poner ladrillos uno
encima de otro necesita, además de cemento, arena. No vas a echar
oro a esa mezcla, sería una estupidez. Pero hoy, por alguna razón,
a los que tienen arena para vender les da vergüenza tenerla, por eso
te tratan de convencer de que es oro y no arena.
A esto es a lo que lleva el
neoliberalismo, que a los pobrecitos vendedores de arena les da
vergüenza serlo porque de ir de cara perderán en la competición en
la que se ha convertido la vida. ¡Cuánto mejores eran los viejos
tiempos, en los que a la gente se la aceptaba con sus debilidades
incluidas! Hoy si alguien es sospechoso de no tener nada que aportar
al competitivísimo mercado queda expulsado de la partida. Se le mira
mal.
Por eso los vendedores de arena, esos
seres tan frágiles, hoy se ven forzados a aparentar esto o lo otro.
Porque sienten que de no hacerlo quedarán en la cuneta. Porque el
entorno les sugiere que no son dignos. Por eso engañan al
respetable.
Para vencer a los vendedores de arena
“hay que cambiar el sistema”. Pero como eso no lo vamos a hacer
porque es muy cansado los vamos a dejar en la cuneta sin más. ¡Ey,
lo siento! Estoy muy cansado. No es culpa mía.
Como ya he dicho anteriormente,
prefiero pagar más impuestos para tener una renta básica que
mantenga a estos jetas que dejarles sueltos por el mercado. Que se
queden en casa fumando petas. Así no molestan.