Unas tijeras de cocina. Qué dabuti.
En esta casa muchas veces se pierden
las tijeras.
Siempre están las del costurero, pero
esas es bueno que no se muevan del costurero para que cuando haya que
cortar hilos se puedan cortar y no tengas que desgarrarlos, porque
desgarrar es un trabajo muy pesado para el corazón.
Desgarrar agota. El dolor ajeno te
causa dolor a ti mismo y si desgarras a alguien te estás desgarrando
a ti.
No digo que no produzca un placer
sádico indescriptible, digo que es cansado.
Por eso, amigos y amigas, compañeros y
compañeras de Podemos, intentemos no desgarrarle el corazón al
bueno de Íñigo. El chaval hace lo que puede. Él no sabe a qué
sabe la mierda. Lo que hace lo hace por la ignorancia del pijo.
Seamos clementes ¡oh, compañeros y
compañeras! y no nos ensañemos con un chaval que, bueno, igual sí
le vendría bien un poco de ensañamiento, pero mirándolo así con
distancia da como pena, ¿no?
Pero claro, este es de los que van por
la vida dando pena. Como soy muy bueno-muy bueno no me puedes pegar
una hostia, porque pegarle a un chico tan bueno como yo es una cosa
muy mala.
¡Qué difícil es la política!