Pues no me acuerdo un cojón de este
tebeo. Me lo compré ya de mayor, como en plan “voy a hacerme el
nostálgico que echa de menos cuando comía tostas de Nocilla”. Y
como eso es una farsa no funcionó.
Las farsas son mala cosa. Tienen los
pies de barro. Así que si basas tu triunfo en una farsa cuídate
bien de que nunca se destape.
Sin embargo, si dedicas energías a que
la farsa no se destape pocas energías te quedarán para otras cosas,
porque las farsas son una cosa muy costosa de tapar. Cada día se van
haciendo más complejas, ya que tratan de ocultar la Verdad y la
Verdad se revela a sí misma.
La mejor idea es la de los artistas,
que mentimos para contar la verdad. Te montamos un cristo de la
hostia para decir la Verdad. Tú mientes para mentir. Qué burdo.
Si dices cosas que no sientes
preocúpate de que apunten a otras que sí sientes, como hago yo,
porque si no cualquier día te van a pillar y vas a quedar en
ridículo.
A mi me pueden pillar por las formas,
pero no por el fondo. Y como lo que cuenta es el fondo a mi no me
pueden pillar.
De acusarme de algo sólo me pueden
acusar de cachondo. De hacer pensar al todo el mundo que soy el
demonio cuando sólo soy un cachito de pan.
Tú, sin embargo, vas de cachito de pan
cuando eres el demonio. ¿Entiendes por qué al final, que es lo que
cuenta, ganaré yo? Porque no soy gilipollas, como tú.
Ey, sólo tenías que haberle dado la
vuelta a la ecuación. Si eres gilipollas ¿a mi qué me cuentas?