jueves, 2 de febrero de 2017

Ninja Gaiden II

Los ninjas son los mejores guerreros de todos. Son uno con las sombras y nunca sabes dónde están. Puede que estén ahora mismo detrás de ti. Incluso dentro de ti.


La infiltración es un arte muy fino. Pegar bombazos lo sabe hacer cualquiera, pero infiltrarse hasta el corazón de la fortaleza enemiga y destruirla con un toquecito en su punto débil ya es una cosa más de pro.

Es la única manera de ganar una guerra de una forma limpia. El resto de maneras exigen demasiadas bajas civiles y eso no se puede consentir. Los inocentes han de ser protegidos.


No sufráis, oh pueblo, acabaré con esta guerra en un plis plas. Sólo tengo que hacer así, ¿veis? PLIC. Ya está. El enemigo ha muerto con una simple tobita. Sólo había que saber dónde darle. ¡Y vosotros gastando el presupuesto del Estado en tanques! Os protejo porque es mi deber, pero sois tontos de remate.

No hay enemigo demasiado grande para mi ni demasiado gritón. Veréis, al ser yo muy buena persona me cae bien todo el mundo, incluso el enemigo más implacable. Como un enemigo no es más que un amigo que se ha olvidado que lo es no tengo que vencerle, sólo recordarle que es tonto. Y vosotros gastando el dinero en tanques, insisto.


Mi plan es hacerme amigo del enemigo más fuerte y hacer que me ayude a vencer al resto de mis enemigos, más débiles pero más numerosos, como una plaga de insectos. Como él es más fuerte que yo puede aplastarlos con sus pies enormes, cosa que a mi me llevaría más tiempo y esfuerzo porque mis pies son más pequeños.

Y cuando termine el trabajo le invitaré a comer pulpo en mi pueblo, que es lo que hacemos los domingos. Ya ves, nosotros somos así.


Como los enemigos pequeños no tienen interés estratégico no me interesa que sean mis amigos una vez vencidos, así que sencillamente los tiraré por el water porque ya no me resultarán de ninguna utilidad.

¡Qué despiadado, Juan! Pues sí. ¿Qué pasa? ¿Algún problema? Ah. Creía.