Uno de los Zeldas más vilipendiados es
de los Zeldas que más me gustan. ¿Por qué, Señor, esta visión de
rayos X que me diste? ¿Por qué soy capaz de ver oro donde los demás
sólo ven basura?
Donde todos ven una bruja yo veo una
mujer de los pies a la cabeza. Donde todos ven a un tío respetable
yo veo a un puto mierda. Insisto, Señor, ¿por qué? ¿Qué
significado tiene todo esto?
Es evidente que vivimos en una gran
conspiración a gran escala porque en los billetes de un dólar hay
una lechuza escondida en una esquina. Sólo tienes que tener una lupa
para verla con toda maquiavélica claridad.
Vivir en una paranoia constante es de
los regalos más guays que nos ha hecho el Señor. Durante unos años,
una década más o menos, el mundo ha vivido con la sombra de una
duda: todo el mundo es tu potencial enemigo. ¿Se os ocurre una época
mejor para que yo me hiciese artista?
Vivir en una paranoia constante te
vuelve loco y cuando estás loco de remate es el mejor momento para
empezar a pintar. Las formas retorcidas que vas a plasmar dejarán al
público con el rabo empalmado pidiendo más.
Ahora ya se está empezando a ver que
todo era una chorrada y que todo era fruto de lo mal que nos tratamos
las personas las unas a las otras. Pero gracias a ello yo he
desarrollado unos conceptos que David Ogilvy me chupa el rabo
atragantándose y sintiendo arcadas, a veces hasta soltando un
poquito de potita.
Por lo tanto la conspiranoia es alguien
a quien yo debo mucho.
Si fueseis mejores personas no
andaríais con secretillos constantemente con los que volvéis a la
peña majareta. Y si la peña no se volviese majareta no empezaría a
pensar en teorías a cada cual más brillante.
Pero si no anduvierais con esos
secretillos quedaría expuesto, con total transparencia, que sois una
puta mierda de personas. ¿Qué hacer, entonces? Ah, ni idea. Up to
you, motherfuckers.