¡Cómo habla este tío! No para.
Parece mi madre.
Eso sí, siempre dice lo mismo. Llevo
unas cuantas conferencias de él en YouTube y siempre tiene el mismo
discurso, los mismos chistes. Debe ser que cuando uno es profesor
tiene tics, como llevar el discurso preparado.
Eso de dar discursos debe ser
dificilísimo, por eso yo no lo hago. Si me pongo a hacer digresiones
en voz alta el público me miraría extrañado y sentiría vergüenza,
por eso hago las digresiones ante un ordenador, como las personas
mayores.
Tengo la sensación de que Juan Carlos
está en una cruzada de llevar a los municipios la retórica
geopolítica que aprendí hace unos diez años. Las crisis cíclicas,
los trucos del sistema, esas cosas. Es buena cosa, porque así la
gente tiene herramientas intelectuales para descodificar el discurso
mainstream.
Juan Carlos se estremece especialmente
cuando usa palabras como empatía y sensibilidad, por lo tanto deben
ser los rasgos de su carácter que más valora.
Juan Carlos tiene un buen sentido del
humor pero le falta un punto para ser brillante.
Juan Carlos debe ser buen profesor,
pero estoy seguro que a mi me pondría un notable por envidia. No es
oro todo lo que reluce.
Tengo un cuadro que es un retrato de
Juan Carlos.
Juan Carlos se llama como el rey.