El cementerio. Nunca me han gustado los
cementerios pero por avatares de la vida me están empezando a
gustar.
La novia del hijo de Enrique Pastor,
concejal de juventud y tiempo libre, era gótica. Volvió loco al
chavalín, como nos volvemos todos los chavalines por las chicas, y
el chavalín se hizo gótico también. Y luego la chavala va y se
intenta liar con el padre. ¡Vaya episodio de La Que Se Avecina que
fue aquel! Temblaron las paredes de la historia de la comedia.
Enrique Pastor se hizo llamar Gargamel
por su hijo. Enrique Pastor es un gran padre.
Enrique Pastor montó un cristo de la
hostia sólo para darle gusto a su hijo. Mi tío Laureano me hizo
dibujar un mapa del tesoro para mis primos para darles la última
ilusión antes de que descubrieran cosas ya no propias de niños.
En resumidas cuentas, los buenos padres
no temen a hacer cosas rocambolescas para hacer felices a sus hijos.
Luego los padres chungos beben y les
dan palizas a sus hijos porque les molestan con su alegría, esa que
ellos perdieron hace mucho tiempo.
Seas el tipo de padre que seas tus
hijos van a liarlas pardas, porque los hijos somos así. Las liamos
pardas porque sabemos que, por muy gorda que la liemos, nuestros
papás siempre van a responder por nosotros, porque para eso son
padres. Jugamos con la sangre.
Los hijos vamos dejando de liarlas para
pasar al equipo de los padres, ese en el que ya no puedes liarla
porque si la lías ya verás. Liarla sólo era una preparación para
deshacer los líos de los que te sucederán.
¡Y tú pensando que los líos que
habías formado eran importantes! Los hijos no tenemos ni puta idea
de nada.