Esta es una tienda de arte que hay al
lado de mi casa. No, naturalmente que el nombre no augura nada bueno.
No sé si es una mezcla entre acero y a
cero, a cero grados, o algo así. Si tiene que ver con a cero no sé
qué rayos tiene que ver la temperatura con el arte o el acero, pero
bueno. Ojalá aludiese a los precios.
Las cosas que tienen no son la bomba
pero no diría que son denunciables. Son suficiente para comprarle un
adorno a tu cuñada y quedar bien. Además los precios son
razonables.
Mi madre ve maneras de evadir impuestos
por todas partes, así que dice que es evidente que esta tienda está
para blanquear dinero. No es descabellado, es un local grandísimo en
un chaflán que no se lo puede costear cualquier mindundi. Es una
inversión descabellada para algo que, no sé, no me parece para
tanto.
Así que uno puede pensar que un par de
pijos del Barrio de Salamanca no sabían dónde meter un par de
maletines y han puesto esto. No es una teoría descabellada. Aunque
mi madre se pasa la vida viendo series policiacas. Cualquier cosa
podría ser.
Además, mirar los escaparates de esta
tienda te da mucha esperanza. Hay unas maderas corroídas por el paso
del tiempo a las que les han echado encima una capa de pintura y las
venden por un dinero. Así que uno piensa que, en el peor de los
casos, uno puede irse a un vertedero aún a riesgo de coger el
tétanos y transformar la basura en algo por lo que la gente te
suelte unas monedas.
Las obras son muy livianas, no hay una
reflexión dura en ellas, así que la teoría de los pijos del Barrio
de Salamanca cobra fuerza.
El arte es como la comida, uno come
seis días a la semana pizza y uno verduras. No es fácil ver cosas
de calidad. Es mucho más fácil verlas en un Cash Converters.
Aunque ahora he visto anunciada una
exposición en el Matadero que no parece del todo una mierda.