domingo, 26 de marzo de 2017

A-cero

Esta es una tienda de arte que hay al lado de mi casa. No, naturalmente que el nombre no augura nada bueno.


No sé si es una mezcla entre acero y a cero, a cero grados, o algo así. Si tiene que ver con a cero no sé qué rayos tiene que ver la temperatura con el arte o el acero, pero bueno. Ojalá aludiese a los precios.

Las cosas que tienen no son la bomba pero no diría que son denunciables. Son suficiente para comprarle un adorno a tu cuñada y quedar bien. Además los precios son razonables.


Mi madre ve maneras de evadir impuestos por todas partes, así que dice que es evidente que esta tienda está para blanquear dinero. No es descabellado, es un local grandísimo en un chaflán que no se lo puede costear cualquier mindundi. Es una inversión descabellada para algo que, no sé, no me parece para tanto.

Así que uno puede pensar que un par de pijos del Barrio de Salamanca no sabían dónde meter un par de maletines y han puesto esto. No es una teoría descabellada. Aunque mi madre se pasa la vida viendo series policiacas. Cualquier cosa podría ser.


Además, mirar los escaparates de esta tienda te da mucha esperanza. Hay unas maderas corroídas por el paso del tiempo a las que les han echado encima una capa de pintura y las venden por un dinero. Así que uno piensa que, en el peor de los casos, uno puede irse a un vertedero aún a riesgo de coger el tétanos y transformar la basura en algo por lo que la gente te suelte unas monedas.

Las obras son muy livianas, no hay una reflexión dura en ellas, así que la teoría de los pijos del Barrio de Salamanca cobra fuerza.


El arte es como la comida, uno come seis días a la semana pizza y uno verduras. No es fácil ver cosas de calidad. Es mucho más fácil verlas en un Cash Converters.

Aunque ahora he visto anunciada una exposición en el Matadero que no parece del todo una mierda.