Si te gusta la animación de segunda
división te gustará Ladybug. Ladybug es francesa y sus aventuras se
desarrollan en París.
Ladybug es una chica corriente pero no.
Todos nos identificamos con este argumento. Parecemos corrientes
¡pero no! Somos mucho más en nuestro interior. Sí, pollas. Tú
pareces un trozo de madera y es lo que eres. No te flipes.
Ladybug tiene un dispositivo con forma
de mariquita que al accionarlo se transforma en heroína. ¡Podría
transformarse en cocaína! La cocaína, como te la esnifas y no te la
inyectas, parece que mata menos.
Se nota que esta serie es francesa
porque la estética de la protagonista se basa en una mariquita. Los
franceses son mariquitas. Lo sabe todo el mundo.
De todos modos, a pesar de ser una
serie de animación no americana, no está del todo mal. Otra serie
francesa buena es Garfield. Otra es Titeuf, aunque esa es en 2D. En
Europa no le llegamos a los americanos ni a la altura de la suela del
zapato, pero algo es algo.
Una niña no punk, una de esas como
normales, disfrutará de Ladybug perfectamente. A mi como me gustan
las cosas sin vueltas, porque me hacen pensar poco, también me
gusta.
Las mejores series de animación
actuales son, por este orden, Hora de Aventuras, Gumball e Historias
Corrientes. Con que veas esas tres ya no hace falta que te leas ni un
solo libro. Ni uno solo.
Cuando ves Ladybug el cerebro se te
pone en encefalograma plano y sólo disfrutas de unos colores muy
vivos, vivísimos. Se pasan de vivos pero en la época del Red Bull
eso es un must. No recuerdo un solo argumento de ningún capítulo,
pero recuerdo los colores de forma vívida. Con Hora de Aventuras,
por ejemplo, recuerdas todos los argumentos porque son buenísimos.
Total, que si tienes una hija así
normalucha cómprale Ladybug.