Ah, Super López. Cuando el mundo
ejerce una presión sobre si mismo que no se la salta un torero, lo
mejor es refugiarse en la inocencia preclara. Por eso hay que sacar
del baúl de los recuerdos Super López, porque en estos tiempos no
había problemas.
Cuando uno lee la prensa (sin pagar un
euro porque ahora todo va por Internet) se da cuenta que el tono de
todas las noticias es “mi enemigo es imperdonable”. ¡Dios mío!
Pensé que mi bando era el de los tolerantes. Pues mi bando, el de
los tolerantes, quiere ver al enemigo muerto. ¡Muerto! Están
descargando todo su odio contra él. Que un autobús diga que los
niños tienen pene (yo soy un niño y lo tengo) es motivo para
crucificar al que se cruce por delante de nuestros periodísticos
ojos.
Francamente, yo voy con los de Hazte
Oír. No por una cuestión ideológica, que ya ves tú qué
cuestiones más tontas son esas para enfadarse con alguien; voy con
ellos porque son los débiles. Mis camaradas rojos, en su victimismo
legendario, no aceptan que han ganado la partida, porque están
acostumbrados a perder. Así que quieren aniquilar al enemigo, aunque
ya no le quede más munición que un pobre autobús.
¡Dios mío, deja a los pobres curas
que digan lo que quieran! ¿Qué más da? Hoy todo el mundo asume que
un hijo gay tiene la misma trascendencia que una bolsa de pan Bimbo.
Tan insoportable me parece tener que ser pijo por imposición que
tener que ser marica por imposición. ¡Me da igual! ¡Déjenme
vivir! Yo sólo quiero poder montar mujeres y, si me da el punto,
poder montar hombres. No quiero hacer de una cuestión nimia una
cuestión de Estado.
¡Cualquier motivo es bueno para pelear
porque no sabemos hacer otra cosa! ¿A alguien se le ha ocurrido
reaccionar con simpatía ante el puto autobús? Sólo a mi. La mejor
receta para solucionar todos los problemas del mundo es quitarles
importancia. Pero si les quitas importancia el periodismo se va a
tomar por culo, porque el objetivo del periodismo es hacer de una
bobada un drama de siete actos.
“Bueno, hombre, normal, esa gente es
conservadora e imagino que el mundo de hoy les parece intimidante
porque socava sus ideas más queridas”. ¡Mira qué fácil es!
¡Siguiente tema! Pues no, hay que hacer de un autobús que más se
parece a un estertor que a una amenaza una cuestión
trascendentísima, crucial. ¡De crucial no tiene nada!
¿Soy yo el único ser sobre la faz de
la Tierra que prefiere ver las cosas con compasión a verlas con ira,
con cuchillos en el alma? ¡Me cago en la leche jodida, parece ser
que sí!
¡Hasta Trump me parece un buen chico!
¿Por qué no intentáis ver lo bueno de las personas en vez de ver
lo malo y nada más que lo malo? ¿Por qué estáis tan putamente
amargados?
Sois insoportables. No es una cuestión
de rojerío ni de facherío, es una cuestión de estupidez. Y sois
tontos todos, fachas y rojos.