jueves, 2 de marzo de 2017

Super López 1

Ah, Super López. Cuando el mundo ejerce una presión sobre si mismo que no se la salta un torero, lo mejor es refugiarse en la inocencia preclara. Por eso hay que sacar del baúl de los recuerdos Super López, porque en estos tiempos no había problemas.


Cuando uno lee la prensa (sin pagar un euro porque ahora todo va por Internet) se da cuenta que el tono de todas las noticias es “mi enemigo es imperdonable”. ¡Dios mío! Pensé que mi bando era el de los tolerantes. Pues mi bando, el de los tolerantes, quiere ver al enemigo muerto. ¡Muerto! Están descargando todo su odio contra él. Que un autobús diga que los niños tienen pene (yo soy un niño y lo tengo) es motivo para crucificar al que se cruce por delante de nuestros periodísticos ojos.

Francamente, yo voy con los de Hazte Oír. No por una cuestión ideológica, que ya ves tú qué cuestiones más tontas son esas para enfadarse con alguien; voy con ellos porque son los débiles. Mis camaradas rojos, en su victimismo legendario, no aceptan que han ganado la partida, porque están acostumbrados a perder. Así que quieren aniquilar al enemigo, aunque ya no le quede más munición que un pobre autobús.


¡Dios mío, deja a los pobres curas que digan lo que quieran! ¿Qué más da? Hoy todo el mundo asume que un hijo gay tiene la misma trascendencia que una bolsa de pan Bimbo. Tan insoportable me parece tener que ser pijo por imposición que tener que ser marica por imposición. ¡Me da igual! ¡Déjenme vivir! Yo sólo quiero poder montar mujeres y, si me da el punto, poder montar hombres. No quiero hacer de una cuestión nimia una cuestión de Estado.

¡Cualquier motivo es bueno para pelear porque no sabemos hacer otra cosa! ¿A alguien se le ha ocurrido reaccionar con simpatía ante el puto autobús? Sólo a mi. La mejor receta para solucionar todos los problemas del mundo es quitarles importancia. Pero si les quitas importancia el periodismo se va a tomar por culo, porque el objetivo del periodismo es hacer de una bobada un drama de siete actos.


“Bueno, hombre, normal, esa gente es conservadora e imagino que el mundo de hoy les parece intimidante porque socava sus ideas más queridas”. ¡Mira qué fácil es! ¡Siguiente tema! Pues no, hay que hacer de un autobús que más se parece a un estertor que a una amenaza una cuestión trascendentísima, crucial. ¡De crucial no tiene nada!

¿Soy yo el único ser sobre la faz de la Tierra que prefiere ver las cosas con compasión a verlas con ira, con cuchillos en el alma? ¡Me cago en la leche jodida, parece ser que sí!


¡Hasta Trump me parece un buen chico! ¿Por qué no intentáis ver lo bueno de las personas en vez de ver lo malo y nada más que lo malo? ¿Por qué estáis tan putamente amargados?

Sois insoportables. No es una cuestión de rojerío ni de facherío, es una cuestión de estupidez. Y sois tontos todos, fachas y rojos.