Cristo bendito. “Cobra”. Cuando uno
hace un producto de mierda le pone un nombre así agresivo, para
compensar que uno, en realidad, es una mierda.
No os creáis que yo compro materiales
de primera calidad. Yo compro materiales convenientes. Es decir,
baratos y que me queden cerca de casa para ir dando un paseo. El que
pone la calidad soy yo, no los materiales.
Cuando uno es un puto mierda va de
milhombres. ¡Qué remedio! De ir de lo que eres te pisaría todo el
mundo. Por tanto te has de montar una fantasía en la que eres un
tipo de primera categoría cuando eres un cagarro.
La manera más sencilla de reconocer a
un idiota es fijarte en quién saca más pecho. El que saque más ese
es el más idiota. Los buenos no sacamos pecho más que cuando algo
crucial está en entredicho, como nuestra seguridad o la de los
nuestros.
Sacar pecho por norma es un gasto de
energía innecesario, y a mi no me gusta malgastar la energía. Me
gusta atesorarla y hacer regalos con ella a quién se los merece.
Eso de hacer regalos es una entelequia
para un pechopalomo. No se le pasa por la cabeza eso de dar algo sin
esperar nada a cambio.
Como vamos dejando claro poco a poco,
los pechopalomos son seres despreciables, no moralmente, sino
prácticamente. No sirven para nada, como cualquier otro tipo de
residuo.
Sirven para reírse de ellos o para
jugar con ellos a la pelota, siendo ellos la pelota.
Ya me dirás tú para qué sirve un
pechopalomo sino.