El código Fiat. Con este código
conseguías abrir mi Fiat si perdías la llave o algo así. Da igual
que os lo revele porque ese coche lo di para el plan PIVE.
Aquel coche fue el gran compañero de
un chico durante su albor a la hombría. Me acompañó colinas arriba
y abajo mientras yo me buscaba a mi mismo. Mientras todo el mundo me
miraba con recelo él me llevaba siempre con una sonrisa.
Era un coche rojo, recomendado por mi
tío, se lo compré a la mujer de un compañero suyo de trabajo. Sólo
tenía 60.000 Km a pesar de ser de tercera mano.
Tuve que echarle mucha agua, porque se
calentaba mucho. Él se calentaba y yo buscaba situaciones que me
calentasen para, así, saber hasta dónde podía llegar. Yo le
calmaba con una garrafa de agua que llevaba en el maletero y él me
calmaba a mi con su radiocassette.
Él me fue fiel y yo lo tuve que
entregar forzado por las circunstancias. Aún así creo que, allá
donde esté, en espíritu, me agradece la compañía que le di.
Os puedo revelar el Código Fiat porque
ahora está dentro de mi. Antes no lo conocía. Sin embargo, tras
conducir ese coche, ahora lo entiendo todo.
Entiendo qué corría por sus venas.
Entiendo que se calentaba porque le forzaban mucho. Entiendo que su
corazón era como su aspecto: pacífico.
Hay que ponerse en la piel de los demás
para entender las cosas. Sino quizás emitas un juicio equivocado.
Ahora tengo la suerte de conocer el
Código Fiat. Es el mejor regalo que me han hecho nunca. Pero los
récords están para superarse.