sábado, 25 de marzo de 2017

Colhogar Suavísimo

Esto me imagino que me lo vendió Baltasar, porque Baltasar siempre consigue venderme pañuelos. Baltasar se lleva un rollo navajero que intimida de la hostia. Por eso me fijo en él.


Baltasar se lleva un rollo muy particular. Baltasar se acerca a ti como de buen rollo, pero notas sin ninguna duda que si quiere te puede hacer cualquier cosa. Yo soy como un Caballero del Zodiaco, cuando me enfrento a un rival aprendo a hacer sus técnicas de combate. Y como a Baltasar me he acercado bastante, incluso nos hemos retado, he aprendido a hacer lo que él hace.

Francamente, la defensa personal no me interesa nada. A mi me interesa mirar mariposas y descubrir a qué huelen las nubes. Pero, por desgracia, este mundo está lleno de gente jodida a la que hay que mantener a raya.


Aprender defensa personal me lo tomé como cualquier otra cosa: conseguir los objetivos sin importarme lo que pueda decir este o aquel. Y a mi me parece, corrígeme si me equivoco, que hacer sentir a la gente que la puedes matar si se pasan de cierto punto es la mejor defensa de todas. Nadie se atreve a cruzar esa línea.

Por lo tanto no he tenido que ir a clase de kárate, cosa que me parece lo peor. Basta con hacer sentir miedo. Con eso es suficiente. Mis métodos, además de conseguir los objetivos de forma directa, han de gastar la menor energía posible.


Además, me he fijado en la geopolítica. Hoy la guerra está prohibida. Si usas las armas la opinión pública se te echa encima. En la vida cotidiana ocurre lo mismo. Así que hago lo mismo que las naciones, intentar ser la que más acojona de todas aunque luego en vez de bombas atómicas tenga globos de agua.

Ya ves, a ti esto igual te parece genial, pero a mi simplemente me parece lo más sensato. ¿De verdad crees que voy a ir de cinco a siete a que me enseñen a pegar? ¡Menudo palo! Echas dos horas obedeciendo a un gilipollas. Y no sólo eso, sino que un par de horas antes ya estás nervioso, porque tener agenda tensa. Y a mi no me gusta la tensión.


Además, en una pelea a muerte, que son las únicas peleas importantes, ganaría yo. Es por la sencilla razón de que no tengo ningunas ganas de morirme. El que consigue las cosas es el que más ganas tiene de conseguirlas. Punto final. No tiene otro secreto.

Por otro lado, está claro que las guerras, incluso la intimidación, están condenadas a desaparecer. Pero ya me dirás tú cómo hubiese sobrevivido en la década de 2007-2017 sin aprender de Baltasar. Ni de coña.