Esto me imagino que me lo vendió
Baltasar, porque Baltasar siempre consigue venderme pañuelos.
Baltasar se lleva un rollo navajero que intimida de la hostia. Por
eso me fijo en él.
Baltasar se lleva un rollo muy
particular. Baltasar se acerca a ti como de buen rollo, pero notas
sin ninguna duda que si quiere te puede hacer cualquier cosa. Yo soy
como un Caballero del Zodiaco, cuando me enfrento a un rival aprendo
a hacer sus técnicas de combate. Y como a Baltasar me he acercado
bastante, incluso nos hemos retado, he aprendido a hacer lo que él
hace.
Francamente, la defensa personal no me
interesa nada. A mi me interesa mirar mariposas y descubrir a qué
huelen las nubes. Pero, por desgracia, este mundo está lleno de
gente jodida a la que hay que mantener a raya.
Aprender defensa personal me lo tomé
como cualquier otra cosa: conseguir los objetivos sin importarme lo
que pueda decir este o aquel. Y a mi me parece, corrígeme si me
equivoco, que hacer sentir a la gente que la puedes matar si se pasan
de cierto punto es la mejor defensa de todas. Nadie se atreve a
cruzar esa línea.
Por lo tanto no he tenido que ir a
clase de kárate, cosa que me parece lo peor. Basta con hacer sentir
miedo. Con eso es suficiente. Mis métodos, además de conseguir los
objetivos de forma directa, han de gastar la menor energía posible.
Además, me he fijado en la
geopolítica. Hoy la guerra está prohibida. Si usas las armas la
opinión pública se te echa encima. En la vida cotidiana ocurre lo
mismo. Así que hago lo mismo que las naciones, intentar ser la que
más acojona de todas aunque luego en vez de bombas atómicas tenga
globos de agua.
Ya ves, a ti esto igual te parece
genial, pero a mi simplemente me parece lo más sensato. ¿De verdad
crees que voy a ir de cinco a siete a que me enseñen a pegar?
¡Menudo palo! Echas dos horas obedeciendo a un gilipollas. Y no sólo
eso, sino que un par de horas antes ya estás nervioso, porque tener
agenda tensa. Y a mi no me gusta la tensión.
Además, en una pelea a muerte, que son
las únicas peleas importantes, ganaría yo. Es por la sencilla razón
de que no tengo ningunas ganas de morirme. El que consigue las cosas
es el que más ganas tiene de conseguirlas. Punto final. No tiene
otro secreto.
Por otro lado, está claro que las
guerras, incluso la intimidación, están condenadas a desaparecer.
Pero ya me dirás tú cómo hubiese sobrevivido en la década de
2007-2017 sin aprender de Baltasar. Ni de coña.