¿No sabías cómo se llamaban esos
rotuladores baratísimos que venden en los chinos? Pues se llaman MP.
Conocer los mecanismos de distribución
de los chinos tiene que ser una cosa fascinante. Venden cosas que no
venden en ningún otro lado. A su manera, son tiendas exclusivas.
Uno podría pensar que son también
chinos los que fabrican los productos que venden en los chinos, pero
ahora he escuchado al chino hablar con su proveedor y era una mujer
española muy pesada, por cierto. El pobre chino estaba hasta los
cojones de ella. “Sí. Sí. Sí. Sí.” Son todas iguales.
Lo bueno de los chinos es que son
misteriosos. Nadie sabe lo que se traen entre manos. Si lo
descubrimos seguramente sea una chorrada, pero hasta que no lo
descubramos todos estaremos hablando sobre ellos y especulando
historias fantásticas sobre lo que hacen o dejan de hacer. Los
chinos sí que saben hacer marketing viral.
Todos sabemos que los chinos no dan de
baja a sus finados, por lo que es evidente que el cerdo agridulce es
chino agridulce. Sin embargo todos seguimos comiendo cerdo agridulce
como si no hubiera mañana.
Si quieres tener éxito tienes que
dejar de hacer publicidad. Aprende de los chinos. No hables de tus
bondades, mejor no hables de nada. Así hablarán los demás y tú te
ahorrarás un montón de pasta. Además, la gente está como una puta
cabra e inventará historias rocambolescas sobre ti que harían
palidecer al mismísimo Toni Segarra. Una horda de porteras dejan en
evidencia a David Droga por muchos enteros.
Da igual lo que digan, porque tú no
estás haciendo nada malo. Tú sólo trabajas diligentemente, como
los chinos. Así que aunque seas un corderito la gente podría pensar
que eres, no sé, Dracula. Ya ves, has conseguido una imagen de marca
fascinante sin gastar un céntimo.
Yo lo llamo hacer outsourcing sin
gastar un puto duro. O mejor, aprovecharme de que la gente es
gilipollas y yo no.
Ey, ¿qué esperabais? ¿Que contratase
a unos niñatos que conozco de sobra? Por eso no los contrato, porque
los conozco de sobra.