lunes, 20 de marzo de 2017

La crisis carnívora

Como siempre estoy con el débil ahora estoy con los fachas. ¡Pobres diablos! Van a pasarlas canutas en este mundo podemita que hemos construido.


Ahora ser un garrulo no vende nada. Te dan de lado en todas partes. Si lo único que sabes hacer en la vida son garruladas estás perdido.

Yo no tengo nada en contra de las garruladas, por eso me gusta el Pressing Catch. Las garruladas, como casi todo, son arte.


La movida es que por la calle no abundan los expertos en arte, por eso si eres un garrulo y no tienes mi adorable mirada puesta sobre ti fracasarás. El que te da la luz que crees que te es propia soy yo. Tú no eres más que un satélite que refleja la luz de la estrella.

Total, que estás perdido. Hay coches eléctricos por doquier. La gente se mata por un brote de soja. ¿De verdad crees que estás capacitado genéticamente para habitar el mundo que ante ti se despliega? ¡Permíteme que lo dude!


A mi, francamente, plim, pero tengo que confesarte que tu mundo me gusta más que el que ha construido Podemos. Me gusta más sacarme pelotillas del culo que ver Netflix. Así que creo que tengo un lugar para ti en todo esto.

Tú eres el tocadiscos, la cosa vintage. Esa cosa que ya no tiene ninguna utilidad práctica pero, por azares del destino, está llena de encanto artístico. Pasarás, de un plumazo, de la presidencia del Gobierno a mis estanterías llenas de cachivaches retro.


¡Alaba mi compasión, fachilla! Yo, en vez de encarcelarte, como quiere hacer todo el mundo contigo, te doy la magnífica oportunidad de ser mi mascota. ¿No es acaso mi opción mucho más beneficiosa para ambas partes, amén de estar llena de una crueldad exquisita?

Definitivamente sí. Era una pregunta retórica, las mascotas no piensan. ¿A que no, fachilla?