Si vas a Pontejos puedes comprar
parches de tus personajes de dibujos animados favoritos y pegarlos a
tu ropa. Si quieres que no se caigan nunca tienes que coserlos, pero
coser no es tan fácil como parece en las películas.
Si hace unos años, no tantos, ibas por
la vida con mis años con parches de Spiderman te echaban al
Manicomio Francisco Franco. Hoy, por contra, te contratan en Snapchat
y te hace una mamada una mujer negra, encantada de que seas tan guay.
Por tanto este es un motivo práctico
por el que estar a la última es bueno.
Ayer tuve una revelación, una de
tantas entre las que convivo. Percibí, con claridad, que la próxima
moda no es dejar salir al niño que hay en ti, porque ese ya está
suficientemente fuera; ahora lo molón es sacar al viejo que hay en
ti.
El viejo que hay en ti es ese que le
encanta subirse los pantalones hasta los sobacos. El viejo que hay en
ti no habla, sólo vegeta. No le interesan las noticias. El viejo que
hay en ti sólo quiere paz a su alrededor, no por ningún motivo
hipster extraño, sino porque es viejo. Los viejos se mueven lento y
ya nada les hace gracia porque han trascendido la sociedad de
consumo.
La sociedad de consumo es un invento de
niños para niños. Los niños se aburren constantemente y necesitan
estímulo. Los viejos, sin embargo, son aburridos pero no se aburren.
Los viejos se parecen a las plantas.
La sociedad de hoy es el resultado de
una humanidad que ha comprendido que es bueno sacar al niño que hay
en nosotros. Pero yo, como me meo en todos vuestros logros y voy
radicalmente por delante de todas vuestras certezas, digo que lo
próximo es sacar al viejo que hay en nosotros porque es bueno.
La sociedad dejará de producir bienes
innecesarios cuando una horda de viejos dejen de comprarlos. Los
viejos sólo necesitan un espacio donde ser viejos.
Sólo sacar el viejo que hay en ti
traerá el equilibrio a La Fuerza. ¿No es evidente el porqué de mi
razonamiento? Pues claro que sí. Tú no lo pillas porque eres tonto,
pero está clarísimo.