viernes, 17 de marzo de 2017

Movistar+

Movistar+ es mi chunguez favorita. Movistar+ ha sustituido nuestras antiguas tardes ante el televisor en las que nos tragábamos cualquier cosa que echaran, costumbre que hizo que ahora tengamos una cultura popular tan vasta.


Existe una tendencia actual que consiste en apartarse de la basura. La gente quiere estar más limpia, más sana, y con tal propósito no comen cordero, desoyendo los consejos de Jesús de Nazaret que decía que no es por la boca por donde entra lo que mancha nuestros corazones. Mientras tanto, comía cordero como un desposeído mientras era el mismísimo Hijo de Dios.

Porque yo sé que la Vida Eterna tiene que ver con lo que alimentas a tu corazón y no a tu estómago, odio Netflix. Netflix es demasiado limpio. Yo no vine a este mundo infernal a ver Netflix. Vine a ver Movistar+ y su programación absolutamente descuidada. O, más encantador todavía, cuidada pero aún así sumamente cutre. Telefónica es así.


Viendo Movistar+ te sientes en tu casa, no en un extraño mundo perfecto en el que todo te resulta ajeno. Los degradados de sombras en el menú de Netflix te recuerdan que un hipster es un chico per-fec-to pero que, por alguna extraña razón, no le cae bien a nadie. Esto sucede porque es estirado como la vara que tiene alojada en su recto.

La gente estirada no le cae bien a nadie. Siempre mantienen la distancia contigo y a su lado te sientes tan acompañado como te hace sentir tu teléfono. Miento, tu teléfono te acompaña más porque lo puedes customizar.


A la gente estirada ni customizarla puedes. Les haces una broma y se lo toman a mal. Les das un consejo y se lo toman a mal. No les saludas porque ya estás cansado y se lo toman a mal.

En resumidas cuentas, la gente estirada es el material del que está hecha la sociedad actual.


Ser estirado molaba cuando todo el mundo era un borrico, por eso existió Frasier. Pero ahora que todo el mundo es Frasier lo que mola es ser un borrico, porque ahora la signatura de ser Frasier ya está aprobada. Necesitamos aprender la siguiente lección.

La siguiente lección es ser un borrico sin dejar de ser Frasier. Parece complicado, ¿no es así? ¡No para mi!