Nadie sabía qué hacer con ese local.
Nadie. Todo negocio que allí se ponía estaba condenado al fracaso.
Hace ya muchos años lo intentó Renault con el Renault Center pero,
aún siendo Renault, fracasó. Pero llegaron Juguetrónica desde la
calle Galileo.
Si te gustan las historias de éxito
empresarial te gustará Juguetrónica. Juguetrónica vende juguetes
de alta tecnología. Hay más drones ahí que en Amazon. Los robots
campan a sus anchas y las espadas láser silban como Huckleberry
Finn.
El otro día había una excursión de
niños del colegio a sus puertas. ¡Dios mío, eso es mucho molar! Si
organizan una excursión a tu establecimiento para unos niños es que
rozas a Disneylandia en molar.
Yo entré un par de veces y me aburrí
pronto, pero es que yo estoy de la tecnología hasta los mismísimos
cojones. Pero no le voy a llegar a un niño con mis mil y una
pesquisas i-na-mo-vi-bles. Deja al niño que juegue.
En Navidad eso se pone que ni El Corte
Inglés y los padres, que son una panda de cuñados que están que lo
flipan con la Smart TV, también se lo pasan bien. A los cuñados les
encantan los juguetes tecnológicos. Son así. Cuñados.
Si tu cuñado visita Juguetrónica
estás perdido, porque te va a dar la brasa con que con una
aplicación de su móvil puede controlar un dron. Qué pesadilla.
Yo, de hacer algo con una aplicación
de mi móvil, me gustaría hacer explotar cuñados.
Ese sí que sería el juguete de estas
Navidades. Un explotacuñados.