Igual te piensas que esta peli es una
mierda. Pues no, está muy bien. Muy divertida e invita al
revisionado, facultad que exijo al valorar el cine.
Si no fuera buena no la habría
protagonizado Jason Lee, que según los extras de Me Llamo Earl tiene
mucho cuidado al elegir sus proyectos.
Jason Lee es el protagonista de
Mallrats y es habitual en los trabajos de Kevin Smith. Jason Lee es
un rollo Smashing Pumpkins, no hace cualquier mierda descerebrada. Si
hace un trabajo comercial ha de tener calidad.
Un amigo con el que compartí no uno
sino dos trabajos era clavadito a Jason Lee. No es mala cosa porque
Jason Lee es guapete. Parecerse a Jason Lee está bien.
Ser de la pandilla de Kevin Smith es
análogo a ser de la pandilla de Ben Stiller o Joaquín Reyes. ¿Es
políticamente correcto llamar a Los Chanantes “la pandilla de
Joaquín Reyes”? Esperemos que sangrante, por lo menos, no sea.
Jason Lee sería como Ernesto Sevilla,
el guapo de la panda de frikis. Ser el guapo de la pandilla de frikis
es cojonudo porque eres inteligente pero no un pedo cebollero, como
le pasa a mucha gente inteligente. Ernesto Sevilla es el novio, hasta
donde sé, de Patricia Conde, otra mujer guapa e inteligente a la
vez. No sé si los polos opuestos se atraen, pero los similares está
claro que sí.
Ser indie y guapo te da la opción de
combinar proyectos comerciales con otros independientes, como Ernesto
Sevilla con La que se avecina y Jason Lee con esta Alvin y Las
Ardillas.
Sin embargo como eres guapo siempre vas
a parecer más tonto que Joaquín Reyes, porque como él es feo
parece más inteligente. Digamos que es un inteligente puro, mientras
que Ernesto Sevilla es mezcla. ¿Será esto cierto o será mera
imagen de marca? ¡Quién sabe! Yo, como todo el mundo, hablo sin
molestarme en comprobar los hechos en profundidad.
Lo guay-guay sería que Ernesto
Sevilla, amén de guapo, fuese el genio de la pareja. Pero eso
dejaría al pobre Joaquín Reyes como un feo que tampoco es tan-tan
inteligente. ¡Uf, qué palo! Pasando de pensar eso. Mejor dejemos
las cosas en un confortable equilibrio, aunque pueda ser superficial.