martes, 9 de mayo de 2017

Popeye caramelos de goma

Ser la polla me concede visión calorífica, como el Depredador. Puedo detectar un producto molón entre toneladas de chatarra. Gracias a mi Don Divino he encontrado estos caramelos de goma Popeye.


Al ser tan-tan la polla me doy cuenta de la belleza que atesora este producto: mola tirando de un personaje de dibujos completamente desfasado, tipo Betty Boop. Que, por cierto, menuda cagada que hicieron “modernizando” a la pobre Betty Boop. Ahora parece una puta de Metrosur.

Aquí Popeye también está modernizado, pero sin tocar su personalidad. Simplemente lo han dibujado con herramientas modernas. No hay que hacer nada más. Tú haces demasiadas cosas. Los árboles no te dejan ver el bosque. Cálmate un poquito, corazón.


Puede que hayas visto los nuevos dibujos de Mickey y Donald en los que los han dotado de un estilo Ren & Stimpy. No diría que no ha quedado una cosa interesante, pero mejor hubiera quedado si no hubieran hecho tantas cosas raras.

Artísticamente, hacer cosas raras es una necesidad. Sin embargo, comercialmente es un riesgo. Hay que saber combinar estas dos visiones de la misma cosa para tener algo de éxito, aunque sea un poquito.


Como ya habrás comprobado, yo combino ambos enfoques con el tino de los maestros. Aprende de mi, insecto.

Llamar insecto a la gente, por ejemplo, desde un punto de vista comercial es malo. Pero desde un punto de vista artístico es bueno. Así que te llamo insecto porque de tratarte como quieres que te trate tendríamos pan para hoy y hambre para mañana.


¿No me crees? ¿Entonces por qué dejaste a ese novio tan bueno-tan bueno? Porque era un coñazo. Pues por eso te llamo insecto, para que no te atrevas a dejarme, nena.

Los negocios son como cualquier otra cosa en la vida, no tienen reglas especiales. Lo que pasa es que, claro, tú en la vida tampoco es que seas Beckham. ¿Me equivoco? Oh, otro desliz artístico. Mi socio capitalista se va a poner hecho una furia.