domingo, 7 de mayo de 2017

Magic World Technology

¡Vaya! ¡La realidad virtual ha eclosionado! ¿Qué será? ¿Una suntuosa rosa? ¿Un reventón clavel? No, un hierbajo infame. Como sospechaba.


La realidad virtual, bajo mi punto de vista, ha llegado a lo más alto que puede llegar la realidad virtual: a ser una cutreatracción en el Centro Comercial Príncipe Pío. Donde metes al niñazo mientras te vas a tomar un café con orujo porque, de verdad, es que no aguantas más.

Como yo ya soy muy viejo muy viejo he visto esto antes. Lo de la realidad virtual no es de ahora. Que va. ¿No recordáis El Cortador de Césped? Por aquel entonces ya se hablaba de fascinantes mundos virtuales en los que descargaríamos nuestras conciencias para llegar a ser ¿quién sabe? todo lo que diese de sí nuestro potencial.


Sin embargo El Cortador de Césped terminó siendo un cult classic de serie B superchungo. Y la realidad virtual terminó siendo lo mismo.

Por otro lado, el fundador de Oculus Rift ha aparecido enseñando su barriga ridícula en un cosplay infame. Un auténtico cuñado. Eso sí, un auténtico cuñado que ha sacado un gritón de dólares vendiendo humo.


Si a todo esto añadimos que en el Centro Comercial Príncipe Pío hay una atracción bananera de realidad virtual, ¿a que conclusión llegas? Menos mal. Pensaba que no te ibas a dar cuenta nunca...

Tío, si es que esto ya ocurrió. En serio. Recuerdo perfectamente el simulador de realidad virtual que había en la planta de juguetes de El Corte Inglés. Era una base octogonal en la que te subías y te ponías un casco. En la mano, un joystick. Lo mismo que hoy pero con gráficos chunguettis.


Pero el problema de la realidad virtual sigue siendo el mismo. Que es un coñazo. Que es incómodo. Que no sirve para nada. Sólo para enchufársela a tu hijo en el centro comercial y que te deje en paz. Hasta que el niño se canse, porque a los niños no se la cuelas demasiado tiempo con el hype.

De verdad, es que apostáis fatal. ¡Fatal! ¡Fatal! ¡Fataaaaaaaaaaal!