martes, 2 de mayo de 2017

Petronor

Si tienes un compromiso serio con ser guay tienes que hacer ciertas concesiones en la vida. Una de ellas, sin duda, es abstenerse de gasolineras Repsol, tan mainstream, y optar por cosas más propias de gente con gusto superior al del hombre corriente.


Si tienes la suerte de ver un poste de Petronor en la A-6 tienes que tomar la siguiente salida, porque te permitirá repostar una gasolina con otro sabor. Gasolina Repsol la puedes probar en la urbe, pero ya que sales a La España Salvaje tienes que mezclarte con sus gentes, tan silvestres.

La clase, como espero que ya sepáis, no es hacer guetos: tú sí y tú no. La clase implica ver la cualidad especial, única, que cada persona atesora en su corazón. Aunque sea gente que vive, por alguna razón, en Castilla-León.


Francamente, ya tenía gasolina, así que lo único que podía degustar de especial en una estación de servicio Petronor era lo que tuviese o dejase de tener en su bazar. Y este bazar era un Sprint, es decir, lo mismo que tengo en la esquina de mi calle, aquí en Madrid, donde todo está ordenado.

Pero esto no contradice lo anteriormente expuesto.


Me he comprado un sandwich y me han endiñado la oferta: si compras una Coca-Cola de medio litro y una chocolatina junto con tu sandwich te hacen un precio especial, mucho más bajo que si lo comprases todo por separado.

Como no tenía ganas de discutir y sí de hacer alarde de mi poderío económico, el que me otorga ser de Madrid, he aceptado. Nobleza obliga.


El bazar era una mierda, tenían superpocas cosas. Lo único especial eran los típicos cds de “Lo Mejor de...”. Pero de ese tipo de cds sólo he comprado uno de Simon & Garfunkel en mi vida y tengo suficiente.

Ya no hay videojuegos en las estaciones de servicio de la A-6. Otro signo inequívoco de que los videojuegos ya no molan.