Si has de pillarte una berlina te
recomiendo que te hagas con un Kia Opirus, si es que esta puta basura
sigue a la venta.
Pillarse una berlina Kia es como
pillarse un deportivo Hyundai: algo tan de macarra de los coches de
choque que rompe el molonómetro.
El Opirus suena como a opíparo, como a
opulento. El naming, como sabéis, es una de las ciencias trash más
fascinantes.
Si miras dentro del Kia Opirus
encontrarás maderas innobles, que probablemente son contrachapado,
eso tan loser y a la vez tan desparramadamente cool. A la vez, verás
que tiene un cambio de marchas automático, para que creas que eres
Michael Knight cuando eres el más tonto de los tontos.
Si yo tuviera un Opirus lo llenaría de
pegatinas y cosas que resaltasen su naturaleza patética en vez de
esconderla. Sin embargo para que yo me haga con un Opirus los astros
se han de alinear de una manera tan majestuosa que no sé si
llegaréis a verlo. Quizás vuestros nietos.
¿Hay algo más guay que presumir de
indocumentado que te cagas? Pocas cosas. Que se lo pregunten a Paco
Clavel.
Yo, si coleccionase coches, los
coleccionaría de este tipo. Tendría un Opirus, un Hyundai Coupe, un
Smart Forfour... La creme de la creme de lo bajo entre lo más bajo.
Lo encantador de todo esto es que el
propietario del Kia Opirus no se da cuenta de todo esto que digo. Y
es así cómo la magia trash alcanza su orgasmo.
Os estoy explicando cosas así como de
mucho nivel.