domingo, 28 de mayo de 2017

St. Andrews Golf Bridge

Yo no sé jugar al bridge, pero como este set es tan guay me lo compré en un mercadillo que hacían en un colegio público junto con un Exin Basket.


La mujer que repartía las octavillas pasó de muy amable a bruja víbora cuando no mostré tanto interés por su rastrillo como lo tenía ella.

Es curioso cómo es el buenismo, ¿verdad? Todo buen rollo mientras no me critiques. En ese momento te convertirás en el blanco de mi ira.


El buenismo es un comportamiento infantil, y como tal es encantador. La putada de estos tiempos es que sólo se ha podido elegir entre dos comportamientos infantiles: buenismo o neoliberalismo. ¿Qué eres, un poco gilipollas o gilipollas del todo? Cuéntame.

¡Qué difícil ha sido atravesar estos tiempos! He tenido que ver la belleza entre los mayores trozos de basura de la historia. Como logro personal es estupendo, pero me ha dejado agotado. Ha sido mi personal Spartan Race.


Cuando eres capaz de ver la belleza entre la inmundicia más pútrida estás preparado para crear verdadera belleza. Nadie podrá resistirse a tu luz porque atraviesa hasta la capa de detritus más gruesa. Así que al menos profesionalmente esta etapa de la historia ha sido magnífica para mi.

Imagínate que en vez de ir a saco paco por la vida me hubiese quedado en una mera postura buenista; en tal caso a lo máximo que podría aspirar sería a hacer ridículos dibujitos tipo Mr. Wonderful. ¡Diablos! Qué destino más cruel.


Francamente, yo para hacer dibujitos tipo Mr. Wonderful prefiero arar el campo. Al menos arar el campo es una tarea noble. Por eso en estos tiempos he preferido arar el campo que hacer dibujitos tipo Mr. Wonderful.

Pero como el campo ya está arado ahora me voy a poner a dibujar. Y al primero que pienso dibujar es a ti. Te vi pintando corazones por las calles de Malasaña. Te tengo caladísimo. ¡Vas a quedar maravilloso!