¿Recordáis cuando el pegamento era
Supergen y ya está? Luego llegó el Super Glue y se jodió todo.
Supergen era un pegamento que podía
tocarte la piel. No era corrosivo como el ácido. Con Supergen podías
hacer manualidades a ritmo de jazz porque si te manchabas con él las
manos te las frotabas, salían pelotillas naranjas y ese era todo el
negocio que había que hacer.
Sin embargo llegó Super Glue con su
grandilocuencia. ¡Lo pega todo! ¡Todo! Eso sí, a cambio de que
como te toque una gota la punta del dedo se te queda dormido una
hora. Yo prefiero pegar menos pero vivir tranquilo.
Si no manejo maquinaria pesada. Si, de
verdad, de lo que yo hago no dependen las vidas de personas. Yo sólo
quiero pegarle un papel a este cilindro de cartón. ¿Por qué ahora
el top es Super Glue? ¿Qué nos creemos que traemos entre manos?
Para más inri, Supergen lo podías
esnifar. Si esnifas Super Glue igual te da un pallá. Tú esnifa,
esnifa Super Glue. Ya verás qué bien te va a ir...
Abdico de forma unilateral de Super
Glue y todo lo que este supone.
Super Glue es para gente siniestra que
ha olvidado el placer de mancharse las manos sin que eso sea la
hecatombe. Super Glue es para el que pudo ser y no fue.
Poder haber sido y no ser tiene pinta
de ser destructivo. Como un gusano que devora tu aurícula
recordándote que, de haber hecho las cosas bien, ahora serías otra
persona. ¡Tiemblo! ¡Me estremezco!
Ya me dirás tú cómo alivias esa
sensación. Ni esnifando plutonio.