¡Buuuuuu, qué pereza! Ir al Orgullo
es ya bastante más pureta que el chotis. No, no exagero. Es más
pureta, en serio.
Llámame soberbio (si es tal tu
voluntad), pero cuando se consigue un logro uno se dedica a disfrutar
de los frutos del trabajo conseguido. Del 2 de mayo a mi sólo me
interesa que es fiesta, no pienso en mi orgullo nacional frente a la
tirana nación francesa. Tío, ha pasado mazo de tiempo. Eran otros
tiempos. Los franceses son iguales que nosotros sólo que hablan un
latín más relamido, pero poco más.
Ey, que no te digo nada. Si te mola
quemar unos quesos y unas botellas de vino el 2 de mayo o te mola
subirte a una carroza espantosa en junio no seré yo el que te
detenga. Pero que yo no voy a ir, que tengo Movistar+.
El Orgullo, amén de por razones
conceptuales, me jode a tope porque durante unos días no puedo pasar
por Callao tranquilamente, cosa que hago yo diría cada día. El año
pasado se me ocurrió volver a casa pasando por Callao olvidando que
era el dichoso Orgullo. ¡Cristo bendito! Prefiero que me invadan los
franceses, por lo menos me dejarían ir a la FNAC tranquilo, que la
FNAC es francesa.
Hoy ir al Orgullo es como muy Cristina
Cifuentes, una cosa como de derechas moderada. Pero también entiendo
que los que hoy van al Orgullo son los que hace 20 años llamaban
maricón al que osase llevar una chaqueta plateada. Hoy hasta hay
Mercedes plateados, ayer vi uno.
Cada uno llega a las cosas cuando
llega, así que gastar energías en algo que es pura biología del
alma se me hace como pointless. Como ya soy viejo y he luchado muchas
batallas dejo que las hostias se las lleve otro, que yo ya tengo
cicatrices hasta en el meñique del pie.
Como he luchado en cientos de causas
ajenas ahora sólo me queda una: la mía. Ya ves, tú has luchado por
esa desde que naciste y ahora no tienes nada que hacer. Por tanto lo
que te queda es irte al Orgullo, a pelear por los mariquitas.
Mi método es mejor, porque al haber
peleado en mil batallas ahora estoy preparado que te cagas para la
mía. Ese era el plan desde el principio, dejarte suelto mientras yo
actuaba cual hormiga frente a la cigarra. Así que mientras tú
cantas I will survive yo estaré a mi rollo, enriquecido por el
néctar con el que me he pringado en mi generoso deambular.
No, no te voy a enseñar mis medallas.
¿Qué te crees? ¿Que yo lucho para presumir? Estás lista,
Cristina.