Risi es una de las mejores marcas de
snacks. Yo diría que la segunda mejor. Es mejor que Grefusa, a pesar
de que Grefusa gasta más en marketing.
Hasta donde yo sé, Risi lleva más
años que Grefusa. En el kiosco de golosinas de mi pueblo,
básicamente, sólo había Risi. Gusanitos, Triskis, Pajitas y alguna
otra variedad de la que no recuerdo el nombre. Risi siempre nos tenía
bien servidos.
Risi, además, tiene un logo chulo: un
niño siniestro sonriendo. Recuerdo alguna bolsa con el logotipo
gigante y con la boca transparente. Así parecía que el niño
siniestro tenía la boca llena de snacks Risi.
Los Corazoncitos Risi cuestan 40
céntimos y son suficientemente sabrosos. No tienen el sabor a
ketchup tan bien conseguido como el de los Sticks de Matutano, pero
es que Matutano juega en otra liga. No sé cómo Matutano se las
apaña para hacer productos tan buenos. Sería un buen reportaje para
#0, el canal guay de Movistar+.
Hacer productos buenos, básicamente,
es una cuestión de tiempo. Cuanto más tiempo lleves haciendo algo
mejor lo harás. Esto contraviene la cultura del pelotazo que nos
asola, pero yo que tú, si quieres parecerte a Matutano, me dedicaría
a trabajar muy muy duro y no a intentar meter el golito que te salve
de esforzarte.
Trabajar no le gusta a la gente así
flojita. A la gente no flojita trabajar le encanta, porque con un
poco de azúcar todo es muy divertido. Sin embargo si eres flojito te
pasarás la vida evitando confrontar el currela. Si eres flojito tu
cerebro flojito deducirá que la mejor forma de pasar por la vida es
tirando de pelotazo. Sin embargo, como tu cerebro es flojito, se
equivoca.
No me hables de talento, si eres tan
amable; el talento es el que es. El talento determina desde dónde
partes y hacia dónde te diriges, pero nada más. Lo primero que
tienes que hacer es descubrir cuál es tu talento. Lo segundo es
aceptar que es este y no otro. Puede que no tengas talento para
dividir el átomo pero sí para servir mesas. Por tanto tu objetivo
habrá de ser convertirte en el mejor camarero del mundo, no en el
mejor físico teórico del mundo.
Una vez descubierto que tú vales para
esto y no para aquello otro llega el tema complicadillo: trabajar. El
trabajo duro es lo que distingue a un físico teórico mediocre de un
camarero superstar.
El trabajo duro es como invertir en
Bonos del Estado: nunca pierdes. Puede que no metas el golito a la
primera pero cada día serás mejor futbolista. Así que ganar la
Champions League sólo será cuestión de tiempo.