viernes, 12 de mayo de 2017

Corazoncitos Queso Ketchup

Risi es una de las mejores marcas de snacks. Yo diría que la segunda mejor. Es mejor que Grefusa, a pesar de que Grefusa gasta más en marketing.


Hasta donde yo sé, Risi lleva más años que Grefusa. En el kiosco de golosinas de mi pueblo, básicamente, sólo había Risi. Gusanitos, Triskis, Pajitas y alguna otra variedad de la que no recuerdo el nombre. Risi siempre nos tenía bien servidos.

Risi, además, tiene un logo chulo: un niño siniestro sonriendo. Recuerdo alguna bolsa con el logotipo gigante y con la boca transparente. Así parecía que el niño siniestro tenía la boca llena de snacks Risi.


Los Corazoncitos Risi cuestan 40 céntimos y son suficientemente sabrosos. No tienen el sabor a ketchup tan bien conseguido como el de los Sticks de Matutano, pero es que Matutano juega en otra liga. No sé cómo Matutano se las apaña para hacer productos tan buenos. Sería un buen reportaje para #0, el canal guay de Movistar+.

Hacer productos buenos, básicamente, es una cuestión de tiempo. Cuanto más tiempo lleves haciendo algo mejor lo harás. Esto contraviene la cultura del pelotazo que nos asola, pero yo que tú, si quieres parecerte a Matutano, me dedicaría a trabajar muy muy duro y no a intentar meter el golito que te salve de esforzarte.


Trabajar no le gusta a la gente así flojita. A la gente no flojita trabajar le encanta, porque con un poco de azúcar todo es muy divertido. Sin embargo si eres flojito te pasarás la vida evitando confrontar el currela. Si eres flojito tu cerebro flojito deducirá que la mejor forma de pasar por la vida es tirando de pelotazo. Sin embargo, como tu cerebro es flojito, se equivoca.

No me hables de talento, si eres tan amable; el talento es el que es. El talento determina desde dónde partes y hacia dónde te diriges, pero nada más. Lo primero que tienes que hacer es descubrir cuál es tu talento. Lo segundo es aceptar que es este y no otro. Puede que no tengas talento para dividir el átomo pero sí para servir mesas. Por tanto tu objetivo habrá de ser convertirte en el mejor camarero del mundo, no en el mejor físico teórico del mundo.


Una vez descubierto que tú vales para esto y no para aquello otro llega el tema complicadillo: trabajar. El trabajo duro es lo que distingue a un físico teórico mediocre de un camarero superstar.

El trabajo duro es como invertir en Bonos del Estado: nunca pierdes. Puede que no metas el golito a la primera pero cada día serás mejor futbolista. Así que ganar la Champions League sólo será cuestión de tiempo.