sábado, 20 de mayo de 2017

Salón Erótico de Madrid

El Salón Erótico de Madrid siempre tira de controversia política en su publicidad. El año pasado me suena que denunciaba la hipocresía de los que condenan la pornografía en público y la consumen en privado.


Yo confieso como un preso torturado de Guantánamo, básicamente, por divertirme. Andar calla-calla-calla es un coñazo y yo si estoy en esta vida es para divertirme.

El Salón Erótico de Madrid este año nos presenta a un actor caracterizado de Mariano Rajoy que espeta “Te vamos a f@llar”. La @ puede leerse como una a ó una o, así que puedes leer fallar o follar; ambas cosas parece que te las puede hacer el PP, si no andas con cuidadín sexuarl.


Me parece muy bien que se puedan volver a decir cosas que uno piensa sin miedo a que te caiga encima la de San Quintín, porque ese rollo un rato bueno pero constantemente no es plan. Así uno se convierte en Darth Vader, y ya todos sabemos cómo era Darth Vader detrás de su máscara: un viejo piojoso que daba pena verlo.

Jugar a la mafia es divertido, naturalmente que sí, pero como proyecto de vida me parece una cagada. Ya puedes sacar rédito económico al rollo mafia para que compense.


¿Para qué quieres tener familia y amigos si no puedes decirles que piensas esto o lo otro? Para eso es mejor rodearte de coloridas figuras de acción, como hago yo, porque son tan inertes como tus familiares y amigos mafiosos pero por lo menos están adornadas de vivos colores.

El rollo mafia es un juego de niños, y como todos los juegos de niños es encantador. Pero, como todos los juegos de niños, tiene un recorrido limitado. Por eso son mejores los juegos de adultos, los que puedes encontrar en el Salón Erótico de Madrid.


¡Cambio todas mis figuritas vintage de Masters del Universo por una gota de lo que hay en el Salón Erótico de Madrid! ¿Hay trato?

Ten en cuenta que mis figuritas de acción tienen un alto valor económico si esperas el tiempo suficiente. Eso sí, mientras se revalorizan te tienes que matar a pajas. No te quiero engañar, esto del coleccionismo tiene también su lado coñazo.