Puede que pienses que esta peli es
chunga, y es cierto, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que
es una película de Street Fighter protagonizada por Jean-Claude Van
Damme y Raul Julia.
Las películas de videojuegos son una
serie B maravillosa. Ninguna película basada en un videojuego mola
en su estreno porque decepciona sí o sí. Es imposible trasladar la
magia de un videojuego a una película, hay que reinterpretarlo. Y en
esa reinterpretación dejas de lado la magia de la obra original,
porque no se puede hacer de otra manera, y metes la tuya de cineasta.
Como eso a un niño fan del videojuego
en cuestión se la suda sobremanera va a salir del cine echando sapos
por la boca, porque él entró a ver a Super Mario dando saltos y se
encuentra con una loca fantasía cyberpunk. Pero cuando pasen los
años, bastantes, dirá “Pues hay que reconocer que llevar a la
pantalla a Super Mario es muy difícil y se inventaron una historia
muy sólida, tiene mucho mérito”. Ese es el arte más alto, el que
te das cuenta de que lo es varios años después.
Complacer a las masas se llama economía
de consumo. Retarlas se llama arte.
Complacer a tu novia se llama ser un
calzonazos. Volverla loca se llama ser un amante genial.
Si le dices a tu novia a todo que sí
va a acabar aburrida, porque para eso se compra un perro y adiós muy
buenas. Pero si la llamas “chocho” o “coñito” con desprecio
y a la vez cariño nunca será capaz de olvidarse de ti. Nunca.
El motivo es que las relaciones de
pareja se basan en el primer chakra, el de la polla y el coño. Y la
polla y el coño siguen unas reglas singulares, casi opuestas a las
del cerebro.
Por tanto si quieres que tu novia te
quiera tienes que tratarla como a una puta, porque es lo que es.
Y por el mismo motivo Street Fighter La
Última Batalla mola aunque todo te diga que no mola.