lunes, 15 de mayo de 2017

San Isidro 2017

Me prometí no ir a San Isidro, pero mis putos amigos a los que odio con todas las fuerzas de mi alma me han metido es esta bacanal popular. Tiemblo. Me estremezco.


Los podemitas somos gente curiosa: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Entendemos las necesidades de esparcimiento de las clases bajas, ralas, pero juntarnos con ellos al mismo nivel nos produce náuseas. Es como si nos manchasen con su mera presencia y su olor a calimocho.

¿Qué le vamos a hacer? Cada uno es como es.


Es evidente que somos mejores líderes que los otros por una cuestión muy sencilla: a nosotros nos das asco pero te lo decimos felizmente. Los otros te odian con la misma intensidad o incluso más pero se hacen tus colegas. Te dicen que crean empleo para ti cuando lo hacen para llenarse los bolsillos. Yo por lo menos no quiero exterminarte, ellos sí. Yo fantaseo con la idea pero nunca la ejecuto.

Así que entre un tirano que te quiere exterminar y otro que te tolera e incluso le caes simpático si te mantienes a distancia ¿con quién te quedas?


Pues conmigo, gilipollas. Que eres tonto del culo pero tan-tan-tan tonto no.

A los líderes siempre les vas a dar asco, porque están hechos de una pasta mejor que la tuya y te van a mirar por encima del hombro siempre. La única diferencia es cuánto te quieran a pesar de la diferencia abismal.


Yo, aunque me des dentera, te quiero mucho. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Si no fuera superior a ti no podría cuidarte. En vez de rayarte porque de vez en cuando te mire con la nariz fruncida deberías votarme, porque el otro te pone buena cara pero planea tu destrucción en las sombras.

Si me has visto por la Pradera de San Isidro quizás hayas quedado deslumbrado por mi porte real. ¿No es así? Pues bien, iba pensando en cómo sacarte de las tinieblas. El otro está pensando en cómo hundirte más en ellas. ¡Vota Juan!