Nivea no lleva alcohol, así que no sé
por qué compras Axe en vez de Nivea. Es como lavarte los dientes con
lejía pudiendo usar Colgate.
Esta variedad de Nivea incluye un valor
añadido interesante: no te mancha la ropa. Supongo que estarás
familiarizado con las manchas blancas que otros desodorantes dejan en
las prendas negras y con las manchas amarillas en la ropa blanca.
Tampoco es que se acabe el mundo por
las manchas esas, porque se van con el lavado. Bueno, las blancas;
las amarillas me suena que se van quedando con el tiempo. Hay que
reconocer que una camiseta blanca Calvin Klein con manchas amarillas
en los sobacos es una de las visiones más deprimentes que existen.
Yo no sé lavar la ropa. Es más, es
algo que no me pica la curiosidad por aprender. Hay cosas que aunque
no te veas haciéndolas toda la vida te pica saber algo de ellas.
Lavar la puta ropa no me pica nada. Las labores del hogar son un
infierno. Deberían estar mucho más reconocidas y remuneradas de lo
que lo están.
Lavar la ropa es un proceso
laboriosísimo: tienes que meter la ropa en la lavadora y aguantar el
puto ruido que hace el cacharro. Ahí parece que se debería acabar
la cosa, pero nanay; hay que sacarla y llevarla hasta el balcón.
Luego, encima, tienes que tenderla. Si quieres hacerlo bien-bien
tienes que usar pinzas.
Y luego ya la recaraba: planchar.
Planchar hace que te duelan los riñones de la hostia. Puedes apoyar
un pie en una banqueta y minimizar la carga en la zona lumbar, pero
planchar vas a tener que planchar igual. Las camisas son un cristo.
Es una cosa como de artesano, planchar camisas. Una tienda de
planchado de camisas tendría que tener Estrellas Michelín.
Y luego a doblar la puta ropa y meterla
en el armario, para que en unas horas vuelvas a mancharla.
¿?¿?¿?¿?¿?¿?. ¿Por qué las empleadas domésticas no están
consideradas profesionales de alta cualificación? Es muchísimo más
fácil hacer microchips, que sólo hay que darle a un botón.
Tener la ropa limpia, planchada y
ordenada debería ser un lujo. Lo normal es que laves poco y de
planchar ni hablamos. Hay que reordenar los conceptos profesionales
que tenemos de los demás.
Tú pones en tu perfil de LinkedIn que
eres CEO de tu puta tontería de chiringo y te crees mejor que una
doncella. Tú... ¡Tú has perdido el norte, chico! ¡Tú has perdido
el norte!