“¡Doble placer, Springfield!”. Es
lo que decían las cuñadas de Homer cuando iban desnudas montando a
caballo.
No es una imagen que me dé ganas de
comer natillas.
Hay pequeños detalles que no conocen
en los departamentos de marketing. No es culpa de ellos, es que su
cuñada vida les impide conocerlos. Pero, aún con todo, esa vida
yerma no enriquece lo suficiente como para hacer una campaña de
lanzamiento buena.
Si vives una vida de 8 a 6 es imposible
que conozcas ese capítulo de Los Simpson. Puede que lo hayas visto,
pero ya no te acuerdas. Tienes demasiadas cosas en la cabeza. Y la
más importante, que es molar, la tienes olvidada.
Tampoco te culpo, son tiempos oscuros.
Pero acepta mi consejo para cuando las cosas estén más despejadas,
¿vale, cuñado?
Danet Doble Placer se anuncia con un
titular grande. Se lo han jugado todo al titular. El titular dice “¡A
la nata, patos!”, porque estas natillas llevan nata. Doble placer,
ya sabes. Las natillas y la nata. Son dos placeres. Dos.
Pues chico, si te la juegas a un
titular y nada más que a un titular al menos moléstate en que el
titular mole un poquito, al menos.
Por eso te digo que estás condenado al
fracaso: tienes muchos outputs e inputs casi ninguno. Eres una
máquina gastada. ¿Quién aprueba ese titular? Un chico de educación
especial, admite.
Pero gracias a eso yo tengo cosas de
las que hablar.