Si hay que hacer una copia de Doritos
que sea esta. Buscalíos. Perfecto.
No, no hablamos de sabor. Aquí eso nos
importa un cuerno. Hablamos de molar. Y si hablamos de unas fajitas
tex-mex con sabor a barbacoa Buscalíos es el nombre perfecto.
Podrías hacerte el fino, algo que se
lleva muchísimo en el mainstream hoy, y llamarlas Besitos de Maíz.
¡Ey! Eso tendría gracia. Pero sólo desde mi irónica perspectiva,
no desde la tuya, que no mola.
El branding es una ciencia delicada. No
sólo tienes que tener en cuenta lo que quiere la gente, también has
de tener en cuenta lo que quieres tú. De lo contrario acabarás
convertido en un loco de psiquiátrico cuya psicosis consiste en
complacer a todo el mundo.
No digo que para el personaje de una
película ese estereotipo no sea la monda, pero tú no vives en una
película. ¿O sí? Quizás sí.
Todos vivimos en una película. La
diferencia es que unas molan y otras no. Tú tienes que trabajar para
las que molan o quedarás expulsado de Hollywood.
Molar es la receta mercadotécnica
definitiva. ¿No me crees? Lo vas a entender enseguida: las
cajetillas de tabaco llevan fotos impresas de gravísimas
enfermedades. Son fotos repugnantes, repulsivas, casi hacen vomitar.
Y, sin embargo, la gente sigue fumando como unos carreteros. ¿Por
qué? Porque fumar mola. Fin de la cuestión.
¿Cómo puede ser que un atentado
contra el branding tan grande como una cajetilla de tabaco actual
pueda generar tantos beneficios? Porque dentro lleva la quintaesencia
del molar.
Buscalíos no es exactamente ese caso,
porque lo que lleva dentro no sabe tan bien como los Doritos. Pero ya
sabes lo que quiero decir.