Os estoy revelando mis secretos más
profundos. Cualquier día de estos no tendré nada que enseñaros.
Este libro lo tengo, puf, no sé, desde
los 15 años, pon. Por aquel entonces empezaba a ser importante
desenvolverse bien en juegos de bar. Así que me pareció buena idea
aprender de los que saben.
Me parece que lo compré en un puesto
callejero que vendía también libros de chistes ilustrados, y los
dibujos eran porno. A mi lo que más me gustan son las tetas, los
culos, los chochos, las tías hinchadas. Cuanto más operada esté
mejor. Mis medidas perfectas son 400-40-400.
Unas tetas gigantes tiene que ser lo
mejor que te puede pasar en la vida. No me extraña que los señores
mayores se apuren a rodearse de chicas guapas. Las chicas guapas es
lo mejor que te puede pasar en la vida. Su mera presencia endulza la
vida y convierte el agua en limonada.
Las tetas gigantes son las mejores por
el mismo principio que el mejor coche es el que más corre. No estoy
hablando de funcionalidad, estoy hablando de molar. El mejor coche es
el que más corre. La mejor teta es la más grande. No tiene mucho
misterio.
Las chicas no sé si acaban de entender
que tienen en su poder el árbol de la vida. Sin siquiera
proponérselo, por el mero hecho de existir, mejoran la vida. No
conozco talento más apabullante. No tienen que esforzarse en nada.
No son como Cristiano Ronaldo. Bueno, quizás tengan que operarse los
melones para tenerme a mi contento, pero si no se operan tampoco las
voy a decir nada.
A mi si una me viene operada ya de casa
no le voy a hacer ascos a que sus tetas sean lo que más me guste del
mundo con mucha diferencia. Pero si me llega sin operarse no voy a
obligarle yo a que lo haga sólo para darme el caprichín.
Lo malo de una tía con melones
operados es salir a la calle. Si tienes un cochazo tienes que tenerlo
en el garaje. Si no la gente es muy hija de puta y te lo querrá
robar o rayar. Me odiarían porque voy con una tía con melones. Así
que si a mi me viniera una tía con melones la tendría todo el día
en casa, limpiando.
No la dejaría salir de casa, sólo por
la noche y con ropas muy amplias. No la dejaría que se pusiese ropa
sexy más que en casa. Una dama en la calle y una puta en casa. Pero
puta-puta. Superputa. La más puta de todas.
Asimismo, en la calle querría que
fuese la más dama de todas. No la dejaría que hiciese gala de sus
atributos, no querría que se exhibiese. Haría que no diese
importancia a que tiene unas tetas de la talla 400 y que se
comportase con los demás de forma compasiva y humilde.
Y cuando llegase a casa que se
desnudase, que se pusiese el pequeño mandil y la cofia y se pusiese
a limpiar, mientras yo me hago una paja mirándola.
Y nada, así se juega y se gana a las
cartas. Jugando duro.