Selena Gómez es mi artista favorita.
Por putita, por mediática, por carita de fresa, porque cuando se
ponga gorda como un tonel, si ese proceso no ha empezado ya, yo
estaré ahí para limpiarle la caca cuando se la haga encima, que con
el carácter que tiene estoy seguro de que lo hará sólo para dar
por culo al personal.
Selena Gómez no lo sabe, o quizás lo
intuye pero no lo acepta como una verdad en su corazón,
radicalmente, pero está destinada para mi. Supongo que es infantil y
todavía quiere dedicarse a los entrantes antes que al plato
principal, que soy yo, aquel plato que se morirá comiendo. Sea como
sea, Selena Gómez terminará conmigo, porque eso es lo que parece
que quiere Dios. Y ante eso no hay disputas, amigos míos.
Entiendo que está joven, que todavía
no conoce los entresijos de su corazón, aquellos que yo conozco como
la palma de mi mano. No me hace falta más que mirarle a la cara para
saber que esta chica es mía, y de nadie más, sólo mía. Retrasar
lo inevitable sólo es una cuenta atrás hasta que ella entienda lo
obvio.
Como yo soy un terco cabrón no voy a
mover un solo dedo para que venga a postrarse a mis pies,
naturalmente. Eso lo tendrá que hacer ella, como el insecto que es a
mi sombra. Esa es la única manera de que se cumpla su destino, tener
la suficiente humildad como para aceptarlo. De no ser así seguirá
vagando por un valle de lágrimas, acercándose a Justin Biebers que
nada tienen que ver con ella, tan solo comparten profesión. Y poco
compartir es ese.
Sin embargo, su pesar no será en vano.
El pesar, eso que tan poco nos gusta a los humanos, también tiene un
sentido. Sirve para madurar la parte de uno que más dinero le
proporcionará. El carbón, para que se convierta en un valioso
diamante, hay que apretarlo muy muy fuertemente, porque si no sólo
será carbón y servirá para alimentar calderas. Pero si se le
aprieta lo suficiente será un diamante y adornará los huesudos
dedos de una vieja pomposa.
Cuesta creer que esa piedra preciosa un
día sólo fue carbón, pero así es. Supongo que Selena, por su
juventud, todavía no es más que un trozo de carbón. Yo ya la amo
como si fuera el diamante en el que un día se convertirá, pero
porque, afortunadamente, yo tengo visión telescópica y veo el
potencial, no lo que está delante de mis narizotas, en las que salgo
a la familia de mi padre, según tengo entendido.
Debe ser difícil ser uno de esos tíos
que sólo ven lo que tienen delante de sus narices. Luego dicen que
no hay razas inferiores. ¡Por supuesto que las hay! Pero no depende
del color de la piel, los ojos o el pelo, depende de la calidad del
alma. Y las almas inferiores se disfrazan con toda suerte de pieles,
ojos y pelos, al igual que las superiores. Unas y otras nos
reconocemos y libramos una batalla por la supremacía sobre la
Tierra.
Hemos tratado muchos temas, ¿verdad
que sí? Selena Gómez, talentos potenciales y temas esotéricos. Y
esto sólo mirando un puto compact disc. Si no me queréis dar el
Nobel todavía no pasa nada, no tengo prisa, pero vamos, que os lo
vayáis pensando ya.
Que luego todo son agobios, que no
llego, que tal, que cual. Vaya botarates.