viernes, 28 de octubre de 2016

The russian futurists Our thickness


Este es un disco coñazo. Igual alguien te dice que es muy intelectual, y yo te digo que lo mismo, pero también te digo, a la vez, que yo me considero la hostia de intelectual y me parece un coñazo.


Alguien que tenía que ser muy estúpido, si no no cuadra, decidió que lo intelectual tenía que ser aburrido. Esa persona, evidentemente, tenía que sentirse muy amenazada por sus sus semejantes, porque hizo de la intelectualidad un parapeto para protegerse de ellos. Y así usó aquello que debía compartir para protegerse de un humo que no existía.

La gente intelectual habla para sí misma. A mi también me gustaría hacerlo, porque cansa muchísimo traducir pensamientos excelsos en el idioma de los ángeles para unos simples mortales como vosotros. Sin embargo los traduzco porque si no no sirven para nada. Puedo darte el secreto de la vida eterna en chino, pero como tú no sabes chino te quedas igual que estás. Por eso me jodo y trabajo, porque es lo que tengo que hacer.


¡Ya me gustaría a mi que tus entendederas superaran los límites de un caracol! ¡Qué fácil sería mi jornada! No tendría nada más que abrir la boca y emitir sonidos que quizás serían en un idioma extraño, desconocido para los seres humanos. Pero el conocimiento fluiría de una manera mucho más suave de lo que lo hace con la traducción. Pero como eso no puede ser me jodo y trabajo.

Me esfuerzo en conocer tu idioma de primate para que tú puedas entender el mío de semidiós. Aprendo tus giros, tus ripios, tus bromas y tus limitaciones. Con eso construyo un filtro que ni filtre demasiado para que no te pierdas todo lo que te quiero contar ni que filtre demasiado poco para que puedas entenderlo. Levanto un puente entre los cielos y los infiernos para que puedas escapar de estos y subir a aquellos. Estoy deslomado. Cansadísimo.


Y tú, como pago, me pitas por la carretera. ¡Ole! Naturalmente, esto te lo haré pagar dándote alguna información falsa para que te estrelles con ese puto coche con el que pitas. Algo liaré en tu cabeza para que te equivoques de salida y acabes cayendo por un precipicio, porque en el cartel que ponía Peligro Barranco tú has leído Las Rozas Centro Ciudad. Te he hipnotizado para que te pegues la hostia. Un truco de autor. No me guardes rencor. O, mejor, para la próxima no me pites.

Además, ¿dónde vas tú pitando con ese coche de mierda? Ese puto Honda del 96 se cae a cachos. ¡Y tú vas pitando como si llevases un Fiat 500 S! ¡Pero bueno! ¿A ti no te han enseñado educación, hijo? ¿O debería llamarte hijo de puta? No, no te lo voy a llamar. Te sonreiré y te hipnotizaré. Illuminati style.


En fin, resumiendo, tío, que no me pites. Mira las que tengo que liar para que no me pites. Tengo que remover Roma con Santiago para que no me pites. Me he tenido que convertir en un intelectual para que no me pites. Con lo tranquilo que hubiera estado yo convirtiéndome en pescador...

Pero no. Me tuviste que pitar. La que te has liado.