viernes, 28 de octubre de 2016

Rufus Wainwright Poses


Este Rufus es muy de poses. Es el rey de las poses.


Las poses están bien si tienes algo de lo que esconderte, pero ¿por qué habrías de tenerlo? ¿Qué es aquello de lo que te escondes? ¿De los chunguitos del cole? No le tengas miedo a los chunguitos del cole, que sólo son eso, chunguitos, como los cantantes. Unos feriantes.

¿Te escondes de lo feo que eres? Tampoco eres tan feo. Vamos, estás como muy visto pero, vamos, feo tampoco diría que eres.


¿Te escondes de que te has comportado como un idiota? Bueno. Eso ya me parece más razonable. Sí, te has comportado como un idiota. Eso sí. Pero vamos, que no vayamos a hacer aquí ahora un drama porque seas un poco tontillo. Se estudia un poco, que mal no te vendría, y ya está.

Tampoco pasa nada, hombre. Mira, mi abuela es un poco como tú. Es una chica de-li-ca-dí-si-ma. Por eso la eligió mi abuelo. Porque tonto no debía ser. Yo no le conocí, murió antes de que yo naciera, pero viendo sus elecciones concluyo con que tonto, precisamente, el tío no lo era.


Mi abuela es un poco como tú. Un hada en un mundo de bárbaros. Por eso es la reina de las poses, como tú. Es el mecanismo de defensa que ha tenido que desarrollar. Pero tranquilo, tío, ese mundo ya acabó. Ahora ha nacido uno nuevo, capitaneado por mi. Y te digo, por el poder que me otorga la Divinidad, que no tendrás que volver a esconderte nunca más.

Tú ponte a mi servicio. Es todo lo que tienes que hacer. Soy el mejor jefe que vas a encontrar porque he aprendido del mejor jefe que hay, además de mi: Dios. Dios conoce todas las sutilezas del alma y gobierna conforme a ellas, no como esos bárbaros de los que hasta hoy te escondías. Así que sal de tu escondite y úngeme los pies, porque te conviene. Te lo aseguro.


Si lo haces, querido amigo, te aseguro que tendrás un puesto de honor en el mundo que quiero crear. Serás el número 2 más fantástico que jamás pude soñar. Y sin hacer el más mínimo esfuerzo, sólo siendo como eres. ¿No es un trato fantástico?

Vamos, vamos, deja de llorar. Está todo olvidado. Eres tonto. No pasa nada. ¡Ay, si supieras con qué tipo de tontos me las he tenido que ver yo! ¡Ay! Si lo supieras, se te secarían esas lágrimas en un decir Jesús.