Este Rufus es muy de poses. Es el rey
de las poses.
Las poses están bien si tienes algo de
lo que esconderte, pero ¿por qué habrías de tenerlo? ¿Qué es
aquello de lo que te escondes? ¿De los chunguitos del cole? No le
tengas miedo a los chunguitos del cole, que sólo son eso,
chunguitos, como los cantantes. Unos feriantes.
¿Te escondes de lo feo que eres?
Tampoco eres tan feo. Vamos, estás como muy visto pero, vamos, feo
tampoco diría que eres.
¿Te escondes de que te has comportado
como un idiota? Bueno. Eso ya me parece más razonable. Sí, te has
comportado como un idiota. Eso sí. Pero vamos, que no vayamos a
hacer aquí ahora un drama porque seas un poco tontillo. Se estudia
un poco, que mal no te vendría, y ya está.
Tampoco pasa nada, hombre. Mira, mi
abuela es un poco como tú. Es una chica de-li-ca-dí-si-ma. Por eso
la eligió mi abuelo. Porque tonto no debía ser. Yo no le conocí,
murió antes de que yo naciera, pero viendo sus elecciones concluyo
con que tonto, precisamente, el tío no lo era.
Mi abuela es un poco como tú. Un hada
en un mundo de bárbaros. Por eso es la reina de las poses, como tú.
Es el mecanismo de defensa que ha tenido que desarrollar. Pero
tranquilo, tío, ese mundo ya acabó. Ahora ha nacido uno nuevo,
capitaneado por mi. Y te digo, por el poder que me otorga la
Divinidad, que no tendrás que volver a esconderte nunca más.
Tú ponte a mi servicio. Es todo lo que
tienes que hacer. Soy el mejor jefe que vas a encontrar porque he
aprendido del mejor jefe que hay, además de mi: Dios. Dios conoce
todas las sutilezas del alma y gobierna conforme a ellas, no como
esos bárbaros de los que hasta hoy te escondías. Así que sal de tu
escondite y úngeme los pies, porque te conviene. Te lo aseguro.
Si lo haces, querido amigo, te aseguro
que tendrás un puesto de honor en el mundo que quiero crear. Serás
el número 2 más fantástico que jamás pude soñar. Y sin hacer el
más mínimo esfuerzo, sólo siendo como eres. ¿No es un trato
fantástico?
Vamos, vamos, deja de llorar. Está
todo olvidado. Eres tonto. No pasa nada. ¡Ay, si supieras con qué
tipo de tontos me las he tenido que ver yo! ¡Ay! Si lo supieras, se
te secarían esas lágrimas en un decir Jesús.