La leyenda cuenta que esta chica,
sueca, se puso este nombre porque le sobrevino una epifanía mientras
miraba un perro que había junto al mar.
Los suecos deben ver el castellano como
un idioma exótico, y por lo tanto molón, porque usan el castellano
para ponerse nombres molones como si tal cosa. ¡Un respeto, niñata!
¡Esto es Castilla! ¡Don Pelayo se come a los vikingos para
desayunar!
La revelación que le vino a la niñata
es propia de una niñata: que se había pasado la vida haciendo
popotitos. Que se había pasado la vida escondida haciendo bochinches
para que los demás estuviésemos mirando todo el tiempo pa ella.
Vamos, que de repente entendió que era una niñata ridícula, algo
que le pasa a la mayoría de las chicas guapas.
Cuando eres guapa no necesitas hacer
nada, porque tienes a todo el mundo a tus pies. Es lo que me pasa a
mi con ser inteligente, que como soy tan, tan, tan inteligente la
gente se postra a mis pies, implorando que les saque las castañas
del fuego. Tal es mi poder intelectual que no necesito trabajar, sólo
liarle la cabeza a la peña para que recorra el camino que yo he
trazado, maquiavélico.
El combate más apoteósico que se
puede dar en el universo es una niñata contra un listillo. Ahí los
planetas detienen su rotación para observar cómo los dos
superguerreros se reparten estopa sólo por ver quién gana. Tú
serás muy guapa y todo lo que quieras, pero te tengo atada con mi
látigo cerebral. Pero tú, espabilado, serás todo lo espabilado que
quieras pero si muevo el culito te hipnotizo y a ver qué haces
ahora. Los contendientes son tan poderosos que los que pagan el pato
son los mortales, que ven cómo sus casas se hunden ante las oleadas
de energía que desprenden los titanes de la lucha.
Ambos contendientes estamos destinados
a entendernos, como Goku y Vegeta. Sin embargo, antes de que llegue
el feliz acontecimiento tenemos que dejarnos claro el uno al otro
quién es el que manda aquí. Tenemos que dejar claros los puntos de
un contrato que será irrompible, ya que lo han firmado los guerreros
más poderosos del universo. No pueden quedar cabos sueltos, porque
eso enturbiaría las futuras aventuras, en las que seremos aliados y
no rivales.
Los listillos y las niñatas nos
atraemos y repelemos con la misma intensidad. Por eso nuestra unión
es tan santa, porque es la más enternecedora de todas. Ambos tenemos
que dejarnos de pamplinas para estar juntos, pero esas pamplinas no
son tan pamplinas. Hacemos lo que hacemos porque esas pamplinas son
importantes para nosotros. Y como nos entendemos tan bien nos cuesta
mucho entendernos, porque no nos podemos hacer tantas trampas como
les hacemos a los demás. A los demás se la liamos con una mirada o
con un agitar de pandero. Entre nosotros la cosa se complica.
Así que ya sabéis, cuando tiembla la
tierra, cuando en el cielo aparece un destello inusitado, cuando se
escucha un trueno y no hay tormenta, no culpéis a los Illuminati y a
sus máquinas de control del clima. Esos pobres diablos no tienen ni
idea de lo que se cuece en realidad. Somos nosotros, los listillos y
las niñatas, que ya estamos combatiendo sólo por divertirnos, sólo
por dejarnos claro los unos a los otros que nosotros, y sólo
nosotros, somos el guerrero más poderoso del universo.
Somos esa energía que hace que te
piten los oídos. Somos el porqué de que ese volcán haya entrado en
erupción. ¡Cuánta responsabilidad! Y sólo porque esta niñata no
se rinde de una vez por todas...