sábado, 22 de octubre de 2016

Rosana Luna Nueva


Rosana es esa señora gorda canaria que canta que dicen que es lesbiana pero no lo sé seguro. Pero como me hace gracia que la gente diga esas cosas yo lo digo también.


Los rumores sobre la sexualidad de la gente son el alpiste de la vida. Si no fuera por ellos, ¿de qué coño hablaríamos? Da mucho gustito decir que Rosana es lesbiana, porque la ridiculiza, y así yo me siento mejor, porque ella es peor. Jajaja. Qué bien me siento.

Decir que tu jefe mama pollas es muy guay, porque estás hasta los cojones de tu jefe y te da risa imaginarle ahí chupando una polla de negro. Así sobrellevas la puta vida más feliz. Los rumores sexuales alivian nuestro peso.


Si tu jefe es muy mal jefe sólo tienes que decir que es homosexual. Puedes juntarte con la secretaria, que le va la marcha que te cagas, y reíros de él cuando no mira. Cuando veis su nuevo abrigo os miráis los dos y asentís con la cabeza, porque ese abrigo sólo se lo podría poner un homosexual. Ese abrigo es un canteo. La secre y tú os descojonáis.

La secre y tú criticáis la mierda de trabajo que hace tu jefe. Repasáis sus “logros” y los despellejáis inmisericordemente. Cuando viene la chica italiana de la planta de arriba se junta al aquelarre, y dice lo mismo que vosotros dos, que ese tío no sólo es un maricón, sino que además es un puto paquete.


Como no tenéis otro vínculo más allá del trabajo, porque ella está casada, seguís destripando al tolai. Os descojonáis juntos, en una nota altísima, que ni María Callas. La gente os pregunta que de qué os reís y vosotros decís que de nada, de nada.

Ella un día te presenta a su marido, que ha venido al trabajo. El tío es profesor de karate. Tú te cagas en todo, porque el notarrón no sólo está mazado, sino que encima parece un buen tipo.


Ay, Amada. Cuánto te echo de menos.