sábado, 22 de octubre de 2016

Johnny Walker Music Collection


A mi Manolo me llama Johnny. Además, cuando salíamos a emborracharnos que te flipas la cabeza, yo pedía Johhny Walker, porque me parecía el whisky más guay, el que más estilo tenía.


A veces, en mi afán por ser tan duro como Manolo, me pedía el puto Johnny solo. ¡Un Johnny solo! Aquello sabía a diablos, pero yo me lo tragaba, porque yo quería ser uno de esos tipos duros, que no bailan, como Manolo.

Manolo sabía que mover las caderas sólo era para pericas y para negratas. Ni un puto blanco que se respete debe permitirse ser sorprendido bailando. A mi aquello me parecía muy bien, pero yo bailaba que te cagas. A mi salir sólo me importaba para intentar ligar, y si la cosa no se daba bien, que nunca se daba, sólo me interesaba bailar.


Hacíamos un gran equipo. Los talentos de unos eran las debilidades de los otros. Cuando jugábamos juntos, como el Alcoyano, éramos alabados por nuestra heterodoxia y por la mezcla brillante que habíamos conseguido.

Siempre acabábamos con los descartes, con las tías que no le gustaban a nadie, las que cerraban los bares, como nosotros. No los cerraban porque eran marchosas, los cerraban porque eran paradas, como nosotros, y no se atrevían a insinuarse a nadie. Y nosotros, como tampoco sabíamos hacer eso, nos quedábamos con ellas.


Vamos, más yo, pero ellos tampoco es que fueran Cristiano Ronaldo, precisamente.

Yo no tengo ningún problema con las gordas. Lo que de jovencito parecía una excentricidad, “cosas de Juan”, hoy en día es un hecho establecido. Las gordas son las mejores. Las gordas concentran su energía en lo que es importante, estar macizas que te cagas, y cuando follan follan de verdad. Follarte a una gorda en como follarse la tarta de American Pie, está todo más jugoso, porque el ki está concentrado en el coño y no en mantener la compostura, como les pasa a las guapas. Las guapas están demasiado preocupadas por serlo, por eso follan regular. No se entregan. Les pesa más el tocador.


Otra raza de noche que me gusta son las locas. Las locas son esas que tienen una mirada rara y a los chicos normales les espantan. Pero como yo no soy un chico normal sé leer lo que hay en esa mirada de bibliotecaria. Las locas son como el Santo Grial en La Última Cruzada de Indiana Jones. El verdadero Grial es la copa de un carpintero, no una copa de oro y rubíes. El que beba del verdadero Grial tendrá Vida Eterna y el que beba del falso hallará la muerte.

Las locas son esa copa de carpintero. Son las que no llaman la atención pero te dan la Vida Eterna. No hay máquinas sexuales más implacables que ellas. Con ellas todo está permitido, y no por desesperación, sino por vocación, por convencimiento, porque ven la luz. Ellas entienden el Cristo y lo contemplan con la misma claridad que tú. Por eso, fundidos, alcanzáis orgasmos que se celebran en el Cielo.


Mi mujer habrá de ser como la de Mr. Bean. Y yo soy Mr. Bean.