Si quieres ser un tío macho, un
tío-tío, tienes que ser gamer. En mis tiempos era al revés, si
jugabas a videojuegos eras una maricona. Ahora la maricona es el que
no es gamer.
Si quieres ser gamer tienes que ser
youtuber. Jugar es poca cosa, necesitas emitir. Jugar es lo que hacen
los niños, pero los hombres emiten. Y un youtuber ha de tener unos
cascos guapos. Los cascos más guapos son los Tritton.
En realidad valen unos cascos
cualquiera, pero esto es como el iPod con sus cascos blancos. Cuando
íbamos por la calle y veíamos un pavo con cascos blancos en los
oídos sabíamos que ese era uno de los nuestros. Sabíamos que ese
tío sabía de qué iba la movida. Sabíamos que ese tío era
Illuminati, como nosotros.
La gente que tenemos determinado rollo
reconocemos a nuestros iguales. No nos hace falta ni hablar. Sabemos
que ese tío o esa tía mola. Somos como los del PP pero al revés.
Ellos hacen la señal de los cuernos, como Bush. Nosotros hacemos la
misma señal pero con el pulgar en vez del índice, como los
surferos.
No tengo nada en contra de que la peña
del PP se entiendan entre ellos. Me parece de fábula. A mi también
me gusta estar con gente de mi rollo e imagino que a ellos les pasará
lo mismo.
A los del PP les digo lo mismo que a
los míos: que no se pasen de la raya. Entiendo que a los del PP les
mole trincar y que les guste acumular posesiones, y a mi me mola que
lo hagan. Que no se pasen, que no jodan a la peña con su rollo, pero
que lo hagan.
A los míos les pica por otro lado; los
míos quieren sentirse muy especiales. No les gusta presumir de que
trincan mucho, o por lo menos eso no lo dicen. A los míos les gusta
decir que han alcanzado la fama. Que son los niños más creativos de
toda la clase. Que yo dibujo mejor que tú. El del PP quiere ser el
mejor al fútbol. Los míos quieren ser los que mejor dibujan.
Recuerdo mi primer día de clase. Allí
la vida ya me enseñó todo lo que se puede saber del mundo creativo.
El primer día de clase nuestra
profesora Pilar nos puso a dibujar líneas rectas verticales sobre un
papel de cuadros. Eso era todo. Ya ves tú la educación en España.
Yo hice esa mierda, porque vaya mierda.
Y todos nos íbamos poniendo en fila para entregársela a la seño,
que esperaba en su mesa.
Yo me puse en la fila. Después de mi
llegó Ramsés. Se llamaba Ramsés. Si llamas Ramsés a un niño ya
le has marcado para toda su puta vida.
Se puso a mi lado. Miró mis líneas
rectas verticales. La ira se hizo presente en su rostro y me rompió
la hoja por la mitad de un manotazo. Yo me puse a llorar.
Ramsés dejó claro desde el primer día
de colegio que él de mayor iba a ser una marica loca rabiosa. De
esas que no soportan que un niño cualquiera dibuje mejor que ellas.
¡Él se llama Ramsés! ¿No es evidente que el destino le señaló
como El Elegido? Y yo, desde luego, no iba a interponerme entre él,
Ramsés, y su destino.
Ese día también quedó claro que yo
de mayor iba a ser Moisés, aquel que liberaría al pueblo judío del
diabólico faraón. El faraón es demasiado infantil. El faraón no
quiere esforzarse, el faraón quiere que le den el oro por derecho de
nacimiento, no por trabajar.
El faraón es muy mal creativo. Nadie
se lo ha dicho porque ha crecido entre algodones, lo han malcriado.
Le han llenado la cabeza de pájaros sobre sí mismo y ahora se
resiste a aceptar la verdad. Quizás la culpa sea de los padres, pero
si Ramsés fuese mejor persona sería más humilde. No toda la culpa
es de los padres.
Cuanto mejor eres más vergüenza te da
serlo. Te resulta mal ir sacando pecho delante de los demás. No les
quieres hacer sentir mal. El hecho de que te importen los demás es
un requisito crucial para tener talento, porque el talento es para
servir a los demás. Si no tienes una exquisita reverencia por tu
prójimo serás un mal creativo. Tú lo que quieres es hacer sentir
bien a la gente, no mal. Por eso metes pecho.
Por eso que te irrite el trabajo de
otro es mala señal. Hombre, si te irrita porque es malísimo es
otra cosa, claro. Pero que te irrite porque el malísimo eres tú es
una cosa muy distinta.
Así que la pega que le pongo a “los
míos” es la misma que les pongo a los del PP. Que son demasiado
infantiles. Que aunque a ti te guste mucho algo no puedes poner ese
gusto por encima de los demás. No puedes pasar por encima de la
gente porque quieras un BMW o porque quieras tu cara en la portada de
una revista. Eso es lo que hacen los niños, no los hombres.
Por eso si eres un creativo paquete y
te da pereza aplicarte la disciplina que debieron aplicarte tus
padres el de ley que te compres unos Tritton. Si te da pereza apretar
tu delicado corazón sólo para no pisar a los demás es buena cosa
que te compres unos Tritton. Así, aunque no seas un tío hecho y
derecho, parecerá que lo eres. Y algo es algo.