lunes, 24 de octubre de 2016

Los Planetas Una semana en el motor de un autobús


Pasar una semana en el motor de un autobús debe ser una cosa bien jodida. Tienes que tragar mucho humo y eso. Y el aceite, y el ruido, buf, debe ser una cosa horrible.


Pasar una semana en el motor de un autobús, de todos modos, es una experiencia enriquecedora. Sabes lo que nadie sabe, estar una semana en el motor de un autobús. No es ninguna broma. Yo si fuese maestro budista mandaría a mis alumnos estar una semana en el motor de un autobús, lo mismo que los musulmanes mandan hacer el ramadán para que la gente se ponga en la piel de los más desfavorecidos.

Ponerse en la piel de los más desfavorecidos es una cosa que a nadie le gusta, por eso nadie lo hace. A nadie le gusta cuidar de los demás. A uno lo que le gusta es que cuiden de uno, como si tuviera diez años toda la vida. Para eso inventamos el capitalismo, ¿no? Para que otros hicieran lo que a nosotros no nos apetece hacer.


Me encanta irme a Zara y comprarme unos vaqueros que me sienten bien por treinta euros, pero no me gusta coser cientos de ellos durante un mes por diez. El trato está claro, ¿no? Yo me quedo con lo bueno. Lo de coserlos para los sudasiáticos. A mi nadie me va a arrancar de mi silla.

Espero que un día los sudasiáticos no se cansen y me unten los putos vaqueros con cicuta, porque igual mi perro los muerde y se me muere. Y yo quiero mucho a mi perro. Esos sucios sudasiáticos me harían una putada gorda.


Todos queremos estar a gusto pero ninguno queremos trabajar. He aquí el problema. Así que casi mejor que voy a montar un chanchullo. Me esconderé detrás de enrevesadísimas teorías burocráticas que me defiendan de dar un palo al agua. Diré que soy esto o aquello para que la gente se acojone y no me pueda decir nada. Si hacen algo, caerá sobre ellos todo el peso de la ley, que también está de mi parte. Y así me podré pasar la vida fingiendo que soy mejor que un sudasiático.

¡Diablos, nunca pensé que tendría tanta suerte de ser europeo! Español no es exactamente europeo, pero al menos no vivo en una chabola. Incluso en España uno puede ir por la vida fingiendo que es muy importante cuando realmente no aporta ningún valor al procomún. ¿Cómo voy a abrir la boca por los desfavorecidos? Eso haría que los miembros de mi club me echasen de él por traicionarles, y yo no me quiero caer al barro. ¡Con la piel tan fina que tengo!


Así que, bueno, soy una puta mierda pero nadie lo sabe. Bueno, saber lo saben, pero no pueden hacer nada al respecto, que a fin de cuentas es lo mismo. Así que aquí me quedo, fingiendo que hago algo, porque es lo que exige el trato con mis compañeros de club. Fingir que hacemos algo para no caer al barro.

¿Qué quieres que haga? ¿Trabajar? Debes estar bromeando.