En Madagascar, la película de
animación, esta canción cobró una nueva dimensión. Esa peli sólo
me gustó por la escena en la que todos los putos monos de la isla se
ponen a cantar este tema.
A mi me regalaron este single en el
Renault Center, una iniciativa de Renault de hace muchos años,
bastante novedosa, que consistió en hacer una suerte de sala de
exposición en la que se hacían actividades para el público.
Esas actividades eran meterse en un
túnel de viento o traer a Cadena 100 a emitir desde la sala, como el
día en el que a mi me regaló el DJ de turno este single, porque le
sobraban los singles, supongo. Y yo, como era un niño, pues me fui
para casa más contento que unas castañuelas.
La publicidad y la comunicación en
general pasa por un punto bien jodido. A nadie le interesa ya la
publicidad. Es cosa bien normal: el sistema ha perdido toda
credibilidad y, por tanto, su altavoz también la ha perdido.
Seríamos gilipollas si perdiésemos la confianza en la política y
las corporaciones y no la perdiéramos en la publicidad, que forma
parte del mismo engranaje, de forma indisoluble.
Mi alternativa al entender lo que se
avecinaba fue la más inteligente de todas: ahí os quedáis,
gilipollas. Sois unos retrasados mentales y os vais a ahogar en
vuestra propia mierda. Y como a mi vuestra mierda no me gusta nada,
sólo la de las chicas guapas, me piro y os dejo con el marrón, que
es tocho, marrón oscuro.
Mi sádico carácter hace que disfrute
mucho de cuando un perdedor me suplica ayuda completamente rendido,
completamente puesto en evidencia. Me encanta relamerme su sangre de
las comisuras de los labios, deliciosa, después de que haya comido
de su puto cuello. Es algo que me la pone dura. ¿Soy un cabrón? Sí,
de la peor clase. Lo más jodido que te puedes encontrar en un
callejón oscuro.
Lamentablemente, poca ayuda puedo
prestar en este caso. No es un problema creativo, porque no es una
cuestión formal. No se puede decir la misma mierda de siempre
poniéndole un sombrero nuevo. Es un problema de fondo. Lo único que
tiene sentido en estos tiempos es atacar la mentira, pero como la
publicidad forma parte de la mentira que hay que atacar de atacarla
se atacaría a sí misma. Y por lo tanto se suicidaría. Así que eso
no se puede hacer.
A ver, por poder se puede, pero el que
paga seguramente te diría que no. Así que estás atrapado. Los
límites que te pone el que paga contradicen el avance de la
profesión. El avance real, me refiero, seguir haciendo como que no
pasa nada se puede hacer, pero ir no va a ninguna parte. Así que si
a ti lo que te gusta es dar vueltas al tiovivo como un caballo de
cartón piedra me parece bien, pero no serás alguien respetable.
Todo no se puede tener, amigo mío.
Ya, ya te veo que estás desesperado.
Te lo veo en los ojos. Pero chico, este es mi diagnóstico, no sé.
Que estás muerto. Acepta tu muerte, eso es todo. La muerte no es el
final, sólo la antesala de la resurrección, y quizás te reencarnes
en algo más productivo para la sociedad. Ah, que eso tampoco te
parece bien. Pues nada, sigue siendo un muerto viviente. A efectos
prácticos es lo mismo. Yo preferiría que aceptases tu muerte,
porque los zombies huelen fatal y son molestos, pero oye, si eres
cabezón, eres cabezón. No se puede hacer nada.